miércoles, 19 de enero de 2011

Crónicas kafkianas (2)

Franz Kafka y Felice Bauer mantuvieron relación durante cinco años; desde agosto de 1912 hasta diciembre del 17. En ese tiempo hubo en la pareja una seria crisis, dos compromisos formales —el primero apareció en el Berliner Tagblat
—y dos rupturas. Tras la crisis del segundo verano de conocerse, otra mujer aparece en la vida del escritor, otra secretaria, Margarethe —Grete— Bloch, que viaja a Praga a finales de octubre en calidad de entendedora oficial en la deteriorada relación de su amiga Felice. Como intermediario de la parte contratante actúa un amigo de Praga, el señor Ernst Weiss. * Margarethe Bloch había nacido en Berlín el 21 de marzo de 1892. Orientada quizá por su padre, Louis Bloch, agente comercial, hizo estudios en una escuela de Comercio y pronto demostró su eficiencia en la oficina de una fábrica de máquinas de escribir. El sueldo de Grete ayudaba a pagar los estudios de su hermano Hans, que quería ser médico.
Entre 1908 y 1915, la señorita Bloch pasa temporadas de trabajo en Viena. Era secretaria personal y profesora de mecanografía en la casa germano-americana Elliot-Fisher.
Los estudiosos coinciden en suponer que Margarethe Bloch asistió en la primavera de 1913 a la gran exposición industrial de Francfort, donde se presentaban los más modernos avances para oficinas: las primeras estenotipias Stone Ireland, cajas registradoras, calculadoras mecánicas, máquinas de escribir... Y que allí pudo conocer a otra de su gremio, Felice Bauer, berlinesa también, cinco años mayor que ella, secretaria de confianza en la firma Lindström, especializada en gramófonos y dictáfonos.
O podían conocerse de Berlín.
*
Las dos mujeres pronto deben ser buenas amigas cuando Felice le pide a Grete que medie en su relación con Franz: lo había conocido en Praga hacía más de un año, en la casa del señor Max Brod, y las cosas no iban bien desde el principio: ni Felice buscaba un marido escritor bohemio, ni Kafka necesitaba una eficiente ama de casa burguesa.
(En septiembre de 1913, después de la primera ruptura, Kafka aprovecha un viaje de trabajo a Viena y continúa hacia Italia unos días: Venecia, Verona, el Garda, Riva. En esta ciudad conoció a G. W., la muchacha suiza. Por lo que podemos leer, hubo rollo.)
Unas semanas después, el 30 de octubre, Franz Kafka acude a la estación de Francisco José para recibir a la señorita Grete Bloch. Le ha reservado habitación en El Corcel Negro de Praga.
(Continuará)

sábado, 15 de enero de 2011

Crónicas kafkianas 1

Hace unos años subrayé varios hechos en una cronología de Franz Kafka: Felice Bauer muere en 1960 en Estados Unidos; Gabriele, Valerie y Ottilie, sus hermanas, desaparecen en los campos de concentración en 1942; Milena Jesenská y Grete Bloch, dos años más tarde. Dora Diamant, en Londres, en el verano del 52.

—No son personas tan lejanas. Y empecé a buscar y a leer.

Comencé por Dora Diamant, luego vinieron los parientes —el clan de los K —, sus últimas semanas en Kierling, su vida profesional, sus viajes, las casas en que vivió y escribió, pensiones, hoteles y balnearios por que pasó, las andanzas de su tío del ferrocarril...

Iba buscando precisión, detalles —qué día, en qué lugar—, anécdotas, recuerdos de quienes lo conocieron. Incluso emborroné papeles con supuestas historias kafkianas.

Iba buscando al hombre, al escritor en vida, y lo fui encontrando, si no en su verdadera imagen, sí en una más real, histórica y documentada (A estas alturas de los estudios kafkianos, ya se puede decir que el escritor sí que se interesó por la publicación de sus escritos, y que tuvo muy buenos amigos, o que se carteó con diversas mujeres a la vez y que su mejor amor y la amistad más cercanos fueron los vividos junto a Dora y Robert Klopstock).

Y que tuvo un hijo.

—¿Kafka un hijo?

miércoles, 5 de enero de 2011

Un paisano ultraísta

Laurentino Cencerra fue propietario rural, ensayista, dramaturgo y poeta nacido en La Torre (Córdoba) en 1896. A los veinte años marchó a Madrid para hacer estudios jurídicos, que supo compaginar con su vocación literaria y con las tertulias en el Pombo, el Colonial y el Café del Prado. De nuevo en su tierra, se distinguió primero como erudito local con Vida en la aldea hacia 1875, conjunto de 55 epístolas a un ficticio amigo sobre la historia de sus paisanos durante los años de la Restauración. La sirena del Guadamora y Cuentos del celemín ofrecen bellas páginas sobre el paisaje y las leyendas locales en una brillante prosa de sabor popular.
En 1.927 paladeó las mieles del éxito con La divina maestra, un drama poético cuyo protagonista es el anónimo pastorcillo que encontró la imagen de la patrona de la villa. Entre 1.928 y 1.932 financió y dirigió la revista El cábiro, de inicial espíritu ultraísta que pronto se acercó a los postulados de la poesía impura y humanizada, donde aparecen, entre otras notables firmas del momento, las de Rafael Cansinos Assens, Gerardo Diego y el belarcazareño Corpus Barga.
Durante la guerra civil, que lo sorprendió en Badajoz, vivió en Lisboa y colaboró en la revista Presenças, con traducciones al portugués de textos de la lírica popular andaluza y notas de teoría poética. En 1942 regresó a su tierra para vivir en el retiro de La Gavia, propiedad familiar junto al río Guadalmez. Murió el 30 de abril de 1986.
Entre sus papeles personales dejó varios cuadernos manuscritos con sus diarios, casi 300 poemas y más de un centenar de aforismos sobre ética y poética, Mester de hortelanía, publicados en julio de 2009 por la diputación de Ciudad Real, con prólogo-estudio de Ceferino Buendía, titular de la cátedra de Literaturas Regionales de la ULM.
He aquí el botón de muestra:
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Los poetas puros no se manchan el alma con el barro de la vida.
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Evidencia: el grado de las emociones suscitadas al lector es el índice de calidad lírica.
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Junto al ritmo en lo semántico y en lo fónico, los buenos poemas tienen sustancia afectiva y moral.
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La poesía pura lo tendrá todo como tejné, pero nada como vida.
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