miércoles, 30 de julio de 2008

Grandes esperanzas


Hola, me llamo Félix y soy nicotínico. Y que me perdone Dickens por haberle tomado el título, pero no encuentro mejores palabras para lo que siento hoy, 30 de julio de 2008, miércoles por más señas, cuando me quedan apenas 30 horas para despedirme de los cigarrillos.
Como a todo toxicómano que voluntariamente desea romper con su adicción e iniciar una nueva vida, me mueve el optimismo y el convencimiento de que ésta será mi última batalla contra la nicotina: ya me veo de viejecito contando mi alistamiento voluntario, detallando pertrechos, nombres y apellidos de mis superiores, maniobras, escaramuzas, emboscadas, y algaradas con toda la tropa a mi cargo, como otros contarán su mili o el día en que se volvieron a dejar flequillo y se separaron de su mujer. Cada cual con su guerrita.
Dura será la batalla -no se ganó Zamora en una hora-, lo sé por experiencia propia y por la de otros que me han contado la suya, pero quiero romper de una puta vez con el humo que a nada conduce, fijar un hito en mi vida, un antes y un después, decirle adiós por siempre a madame Nicotine, con la que llevo una estrecha y ahumada convivencia de cuarenta años.
Mi mujer, a la que comuniqué hace dos días mi decisión, se ha presentado esta mañana con cuatro paquetes de cigarrillos: "Toma, para que te despidas. Son los últimos que te compro."
Por no quedarme sin resuello cuando hacemos el amor soy capaz de todo, así que le he agradecido el regalo y reafirmado mi decisión. Adiós a la madame.

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