miércoles, 12 de mayo de 2010

Madama Fouquet


Hace unos meses, un amigo ingeniero agrónomo aficionado a la botánica me envió desde Granada ocho páginas fotocopiadas de un manuscrito encontrado en el archivo municipal de Loja, copia de un libro que se encuentra en el Archivo General de Indias de Sevilla. El manuscrito, por las ocho páginas de que dispongo, fue obra de un anónimo boticario o médico, lojano de origen o por circunstancias de la profesión, pues se compone de recetas para muy diversos males: vértigos, viruelas, quemaduras, sarna, roña y empeines vivos, tiñas, lepra, tericia, asma, tisis, dolor de oídos, de muelas, lombrices, mal de piedra, tercianas, cuartanas... Cuando uno lee los remedios del anónimo de Loja, no tiene más remedio que acordarse de la vieja Celestina, y piensa si Fernando de Rojas no se quedó corto al describirnos el laboratorio de la curandera medieval y las propiedades de los elementos que acumulaba en su casa de más allá de las tenerías de la ciudad.

En la segunda línea del primer folio encontré un nombre –“madama Fouquet”_ y la referencia al tomo 2 de un libro suyo. En el tercer folio y en nota al pie, volví a encontrarme idéntica referencia: el boticario seguía al pie de la letra los remedios de la tal madama. Y claro, encendí el ordenador, tecleé y navegué. Y encontré.


Dejo para próximas entregas el affaire Fouquet, y transcribo a continuación –sigo al boticario granadino al pie de su letra y con las mínimas actualizaciones ortográficas y de puntuación- uno de sus populares y caritativos remedios para pobres aquejados de dolor de costado:

Toma de la sangre del cabrón, o macho montés -que todo es una-, el peso que tiene un real de plata, y si estuviere seca –que lo mismo es para el efecto; y lo molerás muy bien en polvos pasados por cedazo; y en una porción de agua de amapolas los darás en ayunas al paciente; y por la tarde, otra vez después de hecha la cocción de la comida; y a pocas veces sanará el enfermo: porque con esto se adelgaza la sangre notablemente, y se arroja por sudor y boca toda la malignidad.

Es remedio indefectible tomado antes de la tercera accesión.

Este medicamento lo hallarás en las boticas.

También es bueno para caídas, tomado cuatro o seis horas después de ellas.

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