miércoles, 9 de junio de 2010

El joven viajero


Hace unos días, cuando ultimaba en la sala de profesores una presentación sobre el Libro de buen amor, sonó el teléfono; la conserje reconoció mi voz y dijo que tenía delante a un antiguo alumno que quería hablar conmigo. Le dije que lo hiciera pasar y salí a la puerta de la sala para recibirlo. Cuando lo vi a lo lejos, todavía delante de la ventanilla de recepción, pensé que mi hijo me había gastado una broma: la misma pinta, la misma barbilla de no afeitarse casi nunca, el mismo pelo descuidado, la misma forma de vestir. Cuando avanzó por el pasillo salí de mi espejismo. No era mi hijo, pero estoy seguro de que más de uno, al vernos juntos, lo hubiera creído.

—Soy Javier Redondo Jordán, el de John Lennon. Quería verle para hablar un par de cosillas con usted.

Lo hice pasar a la sala de profesores y lo invité a sentarse y a que se explicara. En poco más de cinco minutos me puso al día de su vida y del motivo de su visita: quería que le presentara un libro de viajes: París-Benarés-Pozoblanco, ciudades de la luz:

—Claro, Pozoblanco, ciudad de la luz, por lo de las Industrias Pecuarias—bromeé.

Le dije que sí, que presentaría su libro, a ciegas, sin saber de qué ni cómo iba, antes de leerlo. Pensé en el riesgo de encontrarme con un ferviente devoto que escribe su homenaje a la Virgen de Luna, o con ombliguismos pueblerinos y folklorismos rancios, incluso con desvaríos de un desequilibrado, con las memorias de un joven capillita o con los cuentos de un muchacho al que le han premiado algunas redacciones escolares, pero que escribe con faltas de ortografía, que no ha leído a Borges y que ni sabe quiénes son Bruce Chatwin o Paul Bowles, dos buenos escritores viajeros.

Después salimos a tomar un café en una terraza y charlamos un rato de literatura; le pregunté también por qué se me presentó como “el de John Lennon”: una anécdota de clase, una cinta que le regalé con canciones del músico inglés.

Esta tarde he comenzado a leer una copia del libro en pdf que me han hecho en la imprenta. En las cien páginas que he leído me he encontrado a un joven escritor con ideas propias y maduras que emprende un viaje a las ciudades de la luz, en busca de las palabras, de sí mismo, y de los otros, protagonistas también de este libro autobiográfico que tiene mucho de bildungsroman.

He interrumpido la lectura con el autor ya en París, rindiendo homenaje a Oscar Wilde en el cementerio del Père Lachaise. Ya daré noticias cuando la complete.

1 comentario:

  1. Esther cortés Bueno22 de junio de 2010, 12:02

    Bien, bien, ¿a qué hora es la presentación del libro? ¿dónde? ¿cuándo? ..... Se ruega completa información, gracias.

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