jueves, 22 de noviembre de 2012

Antagonías


El azar de las lecturas me ha llevado a la biografía de dos hombres que encarnan conceptos políticos irreconciliables: la anulación del individuo en favor del estado, la anulación del estado en favor del individuo. 

Dos coetáneos. Dos modelos sociales. Dos referentes éticos. Los hombres del uniforme negro. Los hombres del mono azul. La pirámide. Los círculos dispersos. 

Uno de ellos es real, pero ya en vida entró en la leyenda, en la ficción de los mitos. Era un hombre del pueblo, un mecánico, y un anarquista en todas las de la ley. 

El otro es ficticio, un oficial de las SS, protagonista de una novela, pero tan a lo real pintado como reales fueron los acontecimientos que rememora. 

El primero fue un hombre de acción, se rebeló en armas contra el capitalismo, contra el totalitarismo, y encarnó durante los meses del verano de 1936 la utopía de Prudhon: una sociedad sin amo ni soberano. El segundo, una pieza más en el engranaje de la máquina hitleriana, sobrevivió a la locura —“Las Benévolas habían dado con mi rastro” es la última frase de la novela— y da testimonio del alma podrida del nacionalsocialismo alemán. 

Buenaventura Durruti. Maximilian Aue. Dos nombres. Dos historias cuya lectura recomiendo. 

Jonathan Littel, Las benévolas
Hans Magnus Erzensberger, El corto verano de la anarquía.

Salud.





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