jueves, 22 de febrero de 2018

¿Llegamos pronto a Sevilla?


Hace hoy 79 años, el miércoles 22 de febrero de 1939, sobre las tres y media de la tarde, moría Antonio Machado en una de las habitaciones de la primera planta del pequeño hotel Bougnol-Quintana, en el pueblecito costero francés de Collioure, a donde había llegado el 28  de enero junto a su madre, Ana Ruiz, su hermano José y la mujer de éste, Matea. La frase que titula este texto es lo que la madre del poeta le preguntaba al oído a Corpus Barga, que la llevaba en brazos desde la estación, pues además de la movilidad, la pobre había perdido también el sentido de la realidad.
A las imágenes dantescas del medio millón de españoles republicanos que colapsaron las carreteras hacia Francia durante aquellos nefastos días de tramontana, lluvia, nieve y derrota, a las estremecedoras crónicas sobre el terreno que los periodistas extranjeros iban transmitiendo a los periódicos, se unen los relatos particulares de quienes acompañaron y acogieron a la familia Machado en tan dramáticas jornadas: el escritor Corpus Barga, el fonetista Tomás Navarro Tomás, el propio José Machado, Jacques Baills, el joven jefe de estación de Colliure por entonces, la señora Juliette Figueres, dueña de la mercería en que los Machado descansaron un rato, y la señora Quintana, regente del hotel, cuyos testimonios están recogidos por Jacques Issorel en Collioure 1939. Les derniers jours d’Antonio Machado, publicado por la Fundación Antonio Machado de Collioure en 1982, cuya lectura recomiendo vivamente.

Paseo desde la estación al centro de Collioure


El primer libro que leí de Antonio Machado fue el volumen número 16 de la colección RTV de Salvat, una antología, que acabó descuadernada por completo pues las hojas no iban cosidas, sino a la americana, y a la primera que abrías el libro más de la cuenta, crujía el lomo y se desprendían las hojas. Algunos de sus versos sonaban antiguos, pero me parecía un poeta moderno que hablaba de cosas que me interesaban —la infancia, los sueños y las galerías del alma, sus conversaciones con las tardes, con las fuentes—, y que sabía filosofar en verso. El tiempo cambió su estética, pasó por ella ensanchándola, abriéndola a nuevos horizontes: del intimismo romántico a lo social, del yo a los otros, y a la denuncia, a la crítica de unos valores vacuos que sustentaban una sociedad inculta, capaz en ocasiones de los peores crímenes (La tierra de Alvargonzález), responsable del atraso ideológico y moral del país. Si Valle había enfrentado la historia española a los espejos deformantes del Callejón del Gato, Antonio Machado puso a Castilla, símbolo de España, frente a un espejo bien pulido que devolvía una imagen real del paisaje y del paisanaje. Su lirismo no ocultaba ni idealizaba, nos enfrentaba a la cruda realidad de una nación ideológica y moralmente muerta, que no ofrecía esperanza de progreso a sus hijos.

Local donde estaba la mercería de la señora Figueres

Sensato, sensible, inteligente, pacífico, generoso, el autor de los Proverbios y cantares es modelo de poeta y modelo también de hombre del pueblo, de ciudadano que no renuncia a su ética, a los valores institucionistas, laicos, progresistas y republicanos en que se educó. ¿Qué poetas españoles gozan de ese doble prestigio moral y lírico?
Los últimos ocho años de la vida de Machado corren paralelos a los de la II República. Desde el fervor y la exaltación popular del 14 de abril de 1931, cuando el poeta recorre en manifestación las calles de Segovia hasta la plaza Mayor y asoma al balcón del Ayuntamiento en la que recién ondea la bandera republicana, a los amargos días de la retirada, el proceso es similar: las distintas fases de la derrota militar republicana se corresponden con un progresivo deterioro físico del poeta, que llegó en las últimas a territorio francés.

Hotel Bougnol-Quintana en la actualidad


Con fecha 9 de febrero, Machado escribió desde el hotel una carta a José Bergamín, que comienza así:
“Muy querido y admirado amigo:
Después de un éxodo lamentable, pasé la frontera con mi madre, mi hermano José y su esposa, en condiciones impeorables (ni un solo céntimo francés) y hoy me encuentro en Collioure, Hôtel Bougnol-Quintana y gracias a un pequeño auxilio oficial con recursos suficientes para acabar el mes corriente. Mi problema más inmediato es el de poder resistir en Francia hasta encontrar recursos para vivir en ella de mi trabajo literario o trasladarme a la URSS donde encontraría amplia y favorable acogida.” El mayor poeta español de su tiempo, comparable en Francia a Paul Valèry, como le explicó Corpus Barga al jefe de los gendarmes fronterizos tratando de conseguir un coche, cruzó la frontera literalmente con lo puesto y un paraguas. Agravados sus problemas de asma y de corazón por las caminatas bajo la lluvia y la fría tramontana, con paso torpe, demacrado, envejecido como 20 años, Machado llegó exhausto al hotel, del que salió muy poco, un par de veces hasta la cercana playa, y algún paseo por la plaza arbolada cercana al hotel.

Playa de Collioure

La Placette. A la izquierda, el hotel Quintana

Dos días después de Antonio, murió la madre. Ambos fueron enterrados en el nicho particular que una familia ofreció. Años más tarde, a iniciativa del activista gerundense Josep Maria Corredor, exiliado en Perpiñán, se realiza una campaña de suscripción popular y en julio de 1958 los restos de Machado y su madre se trasladan a la actual tumba.

Tumba actual

Desde entonces ha habido intentos de trasladar los restos del poeta a España, cosa que a muchos nos parece un despropósito —¿Dónde se depositarían, por cierto? ¿En Sevilla, donde nació? ¿En Madrid, donde se educó y trabajó en sus últimos años? ¿En Soria, donde se casó con Leonor? ¿En Baeza, donde procuró olvidar el dolor de aquella muerte? ¿En Segovia, donde se enamoró de Giomar?—, pues a medio plazo se olvidaría que el grandísimo poeta Antonio Machado murió pobre y en el exilio, expulsado del país por quienes acabaron con el sueño republicano.
La tumba en Colliure es una lección permanente de historia española que no podemos olvidar. Hay que guardar memoria de aquella guerra que prendieron los franquistas, de aquellos días terribles de la retirada y la derrota, contar a nuestros hijos y a los hijos de nuestros hijos por qué Antonio Machado está enterrado en Colliure.



Última carta manuscrita de Machado

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