sábado, 1 de febrero de 2020

Memoria de Manuela Polo León


       En griego clásico, el arjéion (ἀρχεον) era el edificio en que los magistrados de Atenas deliberaban, legislaban y procuraban el buen gobierno y prosperidad de la ciudad. La palabra es hija del verbo árjo (ἄρχω), que significa ‘ser el primero, mandar, gobernar’, y comparte origen con  arconte, jerarca, anarquía o monarquía, y con  arcaico, arqueología o arquetipo, términos en los que al concepto de autoridad, de poder, se une el de comienzo, origen, principio y fundamento de algo. En el arjéion, no lo olvidemos, se guardaban, debidamente custodiados y clasificados, los documentos emanados por la magistratura, que daban fe de los muy diversos avatares de la ciudad.
       Los romanos adoptaron la palabra y la adaptaron a su alfabeto, transformándola en archium, que en latín tardío se convertiría en archivum, madre de nuestro ‘archivo’, vocablo que remite en primer lugar al “conjunto ordenado de documentos que una persona, una sociedad, una institución, etc., producen en el ejercicio de sus funciones o actividades”, y en segundo término al edificio donde se conservan dichos documentos.

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       El archivo municipal de una villa como la nuestra guarda el ser del demos, de la gente, del pueblo. Conserva documentalmente su espíritu, su identidad, su peculiaridad a lo largo de los siglos. Los miles de documentos del archivo municipal de Torrecampo son más que suficientes para trazar un retrato del alma de sus habitantes desde sus orígenes. Un retrato completo, y complejo, por la perspectiva poliédrica desde la que realizarlo: número de vecinos, de animales para la labor, de cerdos sacrificados, de mayores contribuyentes, de familias pobres, de carros, enfermedades contagiosas, iglesias, párrocos y ermitas, caminos, propiedades públicas y privadas, autoridades municipales, robos, hurtos, muertes, establecimientos comerciales, fondos de trigo y de cebada, presupuestos, cupones de abastecimiento, libros de actas, infraestructuras del municipio, facciones y partidos políticos, festividades religiosas, celebraciones paganas…

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            En la caja número 807 del archivo municipal, el expediente 88 es uno de esos documentos en apariencia intrascendentes, que sin embargo contiene valiosa aportación. Se trata de un pliego de papel pautado de una raya que forma un cuadernillo de cuatro páginas de tamaño folio, y de un folio blanco también plegado en dos hojas tamaño cuartilla. En la primera cuartilla, leemos una columna de texto manuscrito que ocupa la mitad derecha, continúa en la siguiente página y remata en la tercera. He aquí su contenido:

Con esta 
fecha, tengo 
el honor de 
elevar a U.S. 
la adjunta 
memoria de 
fin de curso 
de esta escue
la de mi cargo, 
según determina el 
RD de 5 de 
mayo de 1913 
y demás dis
posiciones poste
riores.
Lo que le
comunico pa
ra su cono
cimiento y de
más efectos.
                        Dios guarde 
                        a U.S. m. a.
                              Torrecampo, 20 julio 923.
                               La Maestra
                               Manuela Polo León.

            La notificación, escrita con una caligrafía de trazos claros y seguros, está dirigida al Sr. Presidente de la Junta Local de 1ª Enseñanza de esta villa.
           
(Continuará)




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