jueves, 11 de junio de 2020

Otra Odisea



         Con Penélope y las doce criadas, la escritora canadiense Margaret Atwood nos ofrece una valiente interpretación del mito de Penélope, que confirma una vez más aquello de no ser oro todo lo que reluce, pues la imagen que la protagonista nos ofrece de sí misma y de su famoso marido se aparta claramente de la que se desprende de una simple lectura de la Odisea.
            Nos sorprenden, de entrada, un lenguaje y un punto de vista narrativos radicalmente distintos, contrarios,  al mundo heroico: frente a la visión mítica, enaltecedora, y al elevado estilo arcaizante, ennoblecedor, de Homero, nos encontramos  una lengua llana y una visión a ras de tierra, que contribuyen al proceso de humanización —por desmitificación— de los hechos y de los personajes.
            Escrita en la primera persona de Penélope y de doce de sus criadas, instaladas todas en la atemporalidad del prado de los asfódelos, en el Hades, la obra actúa como resumen sui generis, como crónica personal —desenfadada, desprovista de toda intención mitificante, con afilado humor— de los sucesos narrados en la obra de Homero, desde el rapto de la bella Helena, los problemas de Penélope con su suegra o con su hijo adolescente, hasta el regreso de Odiseo y el restablecimiento del orden en Ítaca.
            Una lectura perfecta —aviva el ánimo, lo divierte y lo llena de energía positiva— para estas largas tardes de verano pandémico. Si, además, nos sirve de acicate para embarcarnos en la lectura de la Odisea, mejor que mejor.


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