Rosa, ae
Consumado ya el sueño,
marchito el esplendor y sus fragancias,
se resiste la rosa
a morir en el vaso.
En callado combate contra el tiempo
y su invisible saeta,
uno a uno sucumben los pétalos
y vuelan a la tierra.
Cumplido ya el hado,
delicados despojos,
deslustrada moneda
semejan, calderilla
que el poeta recoge
y celebra en sus versos:
Oh efímera gloria,
caídas hojas de la juventud.
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