domingo, 8 de noviembre de 2020

¿Beneficio?

          En un artículo de Javier Pérez Royo[1] sobre la polarización política en Estados Unidos y la inconsecuente conclusión que de ello ha sacado el presidente del Partido Popular, leo estas palabras —«En el fondo hay una contraposición entre dos concepciones de la democracia. Los republicanos la aceptan “a beneficio de inventario”. La democracia está bien siempre que gobernemos nosotros»—, y me doy cuenta de que no las entiendo cabalmente, porque desconozco el significado de esa locución entrecomillada por el autor, que no es nueva para mí, que hace muchos años que no me encuentro escrita, y que nunca hasta hoy he consultado en el diccionario. El contexto ayuda —¿a regañadientes quiere decir?—, pero no remata la claridad conceptual, así que recurro primero al Diccionario de uso de doña María Moliner.  

            En la entrada «beneficio», la lexicógrafa aragonesa distingue entre el concepto —qué es el beneficio de inventario— y el uso de la locución adverbial. El beneficio de inventario es un concepto jurídico establecido en el derecho civil como la facultad por la que un heredero no está obligado a pagar a los deudores más de lo que importe la herencia recibida, para lo cual se hace inventario de ella, de manera que podríamos decir, por ejemplo, La abogada invocó el beneficio de inventario antes de liquidar las deudas con los acreedores.

            Para la locución «a beneficio de inventario» doña María distingue tres usos: I) Manera de tomar una herencia, utilizando ese beneficio. II) En sentido figurado, y refiriéndose a la manera de acoger una noticia, una promesa, etc., con reserva: Tomaremos sus propósitos de enmienda a beneficio de inventario. III) Tomando la cosa de que se trata solamente en lo que beneficia y despreocupándose de las obligaciones que implica: Toman el cargo a beneficio de inventario.

¿De una herencia y del pago de deudas está hablando el señor Pérez Royo en las palabras citadas? No, no apuntan éstas a un pleito civil, sino a una cuestión ideológica y de ética política.

Desechada la primera posibilidad, ¿en qué sentido hemos de entender la oración “Los republicanos aceptan la democracia a beneficio de inventario”? ¿La aceptan con precaución o cautela para no descubrir lo que realmente piensan? ¿Con discreción, circunspección o comedimiento? ¿Con desacuerdo, con recelo y desconfianza? ¿Simplemente como vehículo para sus propios fines, desentendiéndose de lo que implica una democracia? ¿O acaso “sin seriedad o esfuerzo, de manera frívola o despreocupada”, como explica la RAE que puede entenderse también la expresión que nos ocupa? Creo que el articulista se refiere a la peculiar manera que tienen los republicanos estadounidenses de entender —y asumir— la democracia: es aceptable cuando los lleva al poder, pero no cuando lo hace con los demócratas, de lo cual podría deducirse que aquellos en realidad no creen en la democracia, es decir, en la igualdad de todas las opciones políticas amparadas por una constitución consensuada. Un punto de vista sobre la democracia, por cierto, que también se observa en representantes y votantes de ultraderecha en nuestro país.

Estamos ante una frase de argot, ante un tecnicismo del ámbito jurídico que ha pasado al lenguaje común ampliando su significado desde un simple procedimiento legal hasta la expresión de duda, comedimiento, desacuerdo, desconfianza o frivolidad. Supongo que este crecimiento semántico está basado en la propia experiencia, en la aplicación de ese derecho en determinados casos y en la actitud de los acreedores, que dudarían de poder saldar la totalidad de las deudas de la persona finada con los bienes que ésta dejara a sus herederos, es decir, en la desconfianza ante el cobro de una deuda siempre que haya bienes para saldarla.

Fuera del ámbito jurídico, donde tenía un sentido unívoco, cerrado, la locución ha seguido viva en otros usos y ha ido creciendo significativamente, aunque me da la impresión de que resulta enigmática para buen número de hablantes. Del natural sentimiento de duda ante lo contingente —lo que puede suceder o no—, la expresión ha pasado a señalar también la ligereza con que a veces se afrontan determinadas circunstancias o conceptos, y vale incluso, como señalaba María Moliner, para designar una actitud falsa, como se deja ver en la frase de Javier Pérez Royo que citamos al comienzo.



[1] Javier Pérez Royo, «¿Dónde se informa Pablo Casado?», eldiario.es, 6 noviembre 2010).

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