domingo, 17 de julio de 2022

Más que erratas


















Acabo de leer en Solienses el texto «Fracaso colectivo» y coincido plenamente con el análisis y los argumentos manejados por Antonio Merino. No abundaré en lo que ahí se dice, y se sugiere, respecto al problema del agua y a la incapacidad de las distintas instancias políticas ‒regionales, provinciales, comarcales y municipales‒ para escucharse, entenderse, llegar a un acuerdo y poner en marcha un proyecto beneficioso para la colectividad, sino que abordaré el texto difundido por la Mancomunidad de Los Pedroches desde el punto de vista lingüístico.

Una sociedad que habla y escribe bien es una sociedad espiritualmente más sana, más sabia y más libre que la que se expresa con balbuceos, imprecisiones y errores lingüísticos de todo tipo: dime cómo hablas y te diré quién eres.

El «Comunicado urgente a la ciudadanía» es un ejemplo más de desinterés por la gramática, de pobreza idiomática y de chapuza expresiva, que refleja el talante del emisor, y no me refiero al emisor interpuesto, a la persona con funciones exclusivamente administrativas que escribe al dictado, sino al emisor real, a la autoridad o autoridades que han dado el visto bueno al texto.

En el párrafo que sirve de introducción encontramos tres perlas -toscas piedras más bien‒ que merecen comentario. El recurso a la pertinaz sequía es completamente prescindible, pues remite a la excusa franquista para justificar el hambre, la falta de planificación agrícola, el contubernio comunista y judeo-masónico de los elementos naturales, la maldición de las diez plagas de Egipto. Ese ejercicio de memoria histórica, no democrática, nos parece innecesario. Con referirse, por ejemplo, a la “actual” sequía se hubiera evitado la evocación de la dictadura.

La segunda piedra es la tediosa presencia de lo políticamente correcto, la discriminación de género, la visibilidad de la mujer, la incómoda alternancia alcaldes y alcaldesas, cuando bastaría con el englobador autoridades municipales. Prueba de que tal corrección política ‒el lenguaje inclusivo‒ no está en el fondo asimilada es que en la misma oración se habla solamente de los ciudadanos, no de las ciudadanas, exclusión que se habría evitado con los colectivos inclusivos ciudadanía o vecindario.

El tercer pedrusco tiene que ver con el sesquipedalismo, es decir, con lo perifrástico, con la tendencia a decir con varias palabras lo que se puede decir con menos, que es lo que ocurre en el comunicado mancomunado cuando se opta por esa superperífrasis verbal, quieren hacer saber, en lugar de los simples «comunican» o «informan».

En la segunda parte o nudo del comunicado tampoco faltan las construcciones agramaticales. En el punto 1 encontramos una frase sin verbo, que provoca una construcción errónea, falta de gramaticalidad: La reservas de agua en el pantano… en actualmente el 15,37 % de su capacidad. Se comete también una falta de concordancia de número entre el artículo femenino singular -La‒ y el sustantivo al que determina: reservas.

En el punto número 2 no se recurre a la coma, como es preceptivo, en la aposición explicativa, Aguas de Córdoba. Pero sí encontramos dos erratas, cometidas por la prisa, suponemos: Córdobaa, alos.

Vuelve a aparecer el par alcaldes / alcaldesas en el punto número 3, para el que, además, hace falta llenarse a tope los pulmones si se lee de un tirón ‒no aparece ninguna coma respirativa‒ la primera oración: Ante esta restricción en las reservas municipales de agua los alcaldes y alcaldesas vuelven a pedir la colaboración ciudadana para que siga haciendo un uso responsable del agua en los domicilios y además se adopten medidas de ahorro de aguaque compense esa reducción del 10%. Aparte la necesaria eficiencia pulmonar, anotemos la errata aguaque y la falta de concordancia apreciable entre el verbo compense y su sujeto, medidas de ahorro. En la semántica del párrafo algo chirría también: se hace referencia a una primera petición de colaboración ciudadana para el ahorro de agua ‒vuelven a pedir‒, y se da a entender que la ciudadanía se está comportando y cumpliendo la recomendación anterior: siga haciendo un uso responsable del agua en los domicilios. Si lo estamos haciendo bien, a qué insistir, felicítennos, en todo caso.

La última frase de este punto es una advertencia en la que apreciamos un extraño uso ortográfico de los dos puntos, que dan paso a varias recomendaciones para el ahorro de agua. Lo que pide el sentido lingüístico es punto y aparte después de De lo contrario, no se garantiza el suministro de agua durante las 24 horas del día.

Y el comienzo de nuevo párrafo con una frase como He aquí algunos consejos para ahorrar agua, o En consecuencia, rogamos, o Para evitar esta última medida, creemos necesario… En fin, una oración que justifique los consejos que vienen a continuación.

La redacción de estas orientaciones también tiene su conque, su batiburrillo sintáctico, pues se mezcla la construcción de gerundio (optimizando), con la de infinitivo (evitar) y con la nominal (cualquier otra medidas). En esta última, por cierto, advertimos otro error de concordancia de número entre el determinante indefinido y el sustantivo: otra medidas.

Finalmente, nada que objetar al epílogo, salvo la errata innecesarioshoy, justificada, como las anteriores, por el imperativo del ahorro.

Demasiados errores para considerarlos erratas. Demasiadas incorrecciones en un texto emanado de la autoridad. Manejo deficiente del idioma. Ignorancia de elementales usos formales, morfológicos y sintácticos. Prisa. Improvisación. Chapuza lingüística, en consonancia con la falta de rigor y de habilidad política de que habla el artículo de Solienses.

¿Por qué no exigimos de nuestras autoridades un uso racional y responsable de la lengua

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