En homenaje al gran Aldana, vayan aquí los primeros versos de mi “Reconocimiento de la vanidad del humo”:
¡Al fin! ¡Al fin! ¡Tras tanto andar fumando,
tras tanta y tanta calada al pitillo,
tras tanta ceniza de cigarrillo,
de nicotina el cuerpo envenenando,
tras tanto acá y allá aspirando,
cual sin remedio pobre drogadicto,
oh, Dios, me retiro confeso y convicto.
Soneto de Aldana
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