Epílogo sin maletas
No sabemos en casa de qué familia se alojaba la señorita Grete Bloch cuando fue detenida, tampoco dónde quedaron sus pertenencias: tres maletas con ropa, libros, un álbum de fotografías, cartas, documentos y objetos personales. En el libro de G. Zampa encontramos dos encartes en papel gris, uno entre las páginas 96-97, el segundo entre las 128-129, en los que se reproducen, sin citar la procedencia, cuatro fotografías, la copia de un telegrama de Grete Bloch a Franz Kafka, las dedicatorias de Kafka a Grete de dos libros, uno suyo, Contemplación, y otro, un ejemplar de La maravillosa historia de Peter Schlemihl, de Adelbert von Chamisso; el reverso de una postal enviada a Grete desde Marienbad por Kafka y Felice Bauer en julio de 1916; y la reproducción del anuncio periodístico del homenaje en Praga a Franz Kafka el 19 de junio de 1924, poco después de la muerte del escritor.
En una de aquellas fotografías aparecen Grete Bloch y un niño de 3 o 4 años, sonrientes los dos, sentada ella en un banco de madera, abrazando al niño, que está de pie en el banco. Se ve un suelo de tablas que sugiere un embarcadero, o un mirador, a la orilla de un río o de un lago, cuyas aguas parecen reflejarse en la parte izquierda de la imagen. En otra fotografía se ve a un hombre con bata blanca, que mira sonriente a la cámara, inclinado sobre la cama en que hay sentado un niño con la cabeza vendada ‒vendada también toda la mitad superior del cuerpo‒, en cuyo rostro distinguimos una cierta expresión de miedo, como si estuviera asustado, como si no comprendiera qué le pasa ni por qué está allí. El niño de esta segunda fotografía es un poco mayor, no aparenta más de siete años, y no podemos asegurar que sea el mismo. Según los testimonios de la señora Heinitz, del doctor S. y del señor Arturo Carcone, la señorita Grete afirmaba que el niño de esas dos fotografías era el habido con el escritor.
Como decíamos arriba, G. Zampa no revela la procedencia del material reproducido en los encartes, que permaneció inédito hasta la aparición de su libro en 1968. Leamos las penúltimas líneas del capítulo titulado «Kaspariana»i: “Bloch dejó tres grandes maletas, me dice Arturo Carcone, pero no puede precisar en casa de quién. Seguramente las cartas y los documentos fueron destruidos, ya porque eran comprometedores en el caso de una investigación de los alemanes, ya porque eran inútiles y de ningún valor. […] Pero hay alguna posibilidad de que se conserve el álbum con las fotografías del escritor y del hipotético hijo: alguien, aunque fuera por curiosidad, podría haberlo conservado. Arturo Carcone me asegura haberlo visto, y me enseña una fotografía de Bloch que ella le dio”. El relato del señor Carcone lleva a preguntarnos: ¿Qué fotografía de Grete Bloch le mostró a G. Zampa? ¿Quién le enseñó las fotografías de Grete con su supuesto hijo?
No acaba aquí el cuento de las maletas. En noviembre de 1964, el periodista Enzo Tortora viajó hasta San Donato Val di Comino siguiendo los pasos de Grete Bloch y de Giorgio Zampa, y se puso en contacto con Ettore Volante y con Bruno Massa, hijo del doctor que atendió a la señorita Grete desde 1942. Tras la visita se produjo un breve epistolarioii. El señor Volante aportó el testimonio de un vecino de San Donato, un tal Cedrone Nazareno, en cuya casa residió algún tiempo la señorita Bloch, con la que tuvo una breve relación sentimental. El hombre estaba al tanto de la historia del supuesto hijo y de quién era el escritor checo, del que afirmaba tener un libro, según leemos en carta del 4 de noviembre de 1964iii. Dos días después, Volante comunica al periodista que el artículo de Zampa, aparecido en El Europeoiv, lo había publicado también un periódico francés, al que el mismo Zampa proporcionó la fotografía de Grete Bloch que le había entregado el relojero Arturo Carcone. En cuanto a Bruno Massav, le anuncia a Tortora que acaban de conocer “el lugar en el que se encuentra el resto de cosas que tenía en el momento de su deportación, y que todavía están allí. Se trata de varias prendas de vestir, correspondencia, fotografías, incluidas las del hijo fallecido, y el misterioso álbum”. Describe Tortora las dos fotografías a que nos hemos referido líneas atrás, aporta el testimonio de la señora Myler sobre la llegada a Auschwitz y la muerte de Grete Bloch, su conversación con Arturo Carcone, y acaba su artículo con la mayor decepción: cuando volvió a San Donato para ver las maletas de la señorita Bloch, éstas habían desaparecido. Y hasta hoy.
Haga cada cual sus cábalas, ate hilos y levante sospechas sobre el destino de estas maletas. No extrañe ‒no sería la primera vez, ni la segunda‒ que cualquier día leamos la noticia de que se han subastado en Sothebys o se han vendido en una librería de viejo del casco antiguo de Praga estos papeles de la pobre señorita Bloch.
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i Giorgio Zampa (1968), 78.
ii Las cartas se conservan en el Archivo de Literatura Alemana de Marbach (Alemania).
iii Carta de Ettore Volante a Enzo Tortora, 4-11-1964.
iv El Europeo, 12-septiembre-1954.
v Carta de Bruno Massa a Enzo Tortora, 6-11-1964.
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