Recortadas sus siluetas en el contraluz del anochecer, posando ahí abajo, en el caballete del tejado unos, más arriba aquellos, ala con ala otros, en grupos de cuatro o cinco, ajenos ya al azar del vuelo y las galerías del aire, semejan los tordos vivo pentagrama en los cables de la luz, sobre las tejas rojas y en las antenas de televisión, y quisiera ser uno prodigioso músico, mágica batuta de esas notas-pájaros y acunar con su hermosa melodía la noche que llega.
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