jueves, 7 de enero de 2021

ANY WHERE OUT OF THE WORLD EN CUALQUIER PARTE FUERA DEL MUNDO (XLVIII)

    
Esta vida es un hospital en el que cada enfermo está poseído por el el derecho a cambiar de cama. Este querría sufrir frente a la estufa y aquel cree que sanaría junto a la ventana. 

Me parece que yo estaría siempre bien allá donde no estoy, y sobre esta cuestión de la mudanza discuto continuamente con mi alma. 

Dime, alma mía, pobre alma helada, ¿qué pensarías si viviéramos en Lisboa? Allí debe de hacer calor, y te reanimarías como un lagarto al sol. Esa ciudad está a la orilla del agua; dicen que está construida en mármol y que la gente odia de tal manera lo vegetal que arranca todos los árboles. ¡Ahí tienes un paisaje a tu gusto, un paisaje hecho con la luz y el mineral, y el líquido para reflejarlos! 

Mi alma no responde. 

Ya que tanto te gusta el reposo, con el espectáculo del movimiento, ¿quieres irte a vivir a Holanda, esa tierra beatífica? Quizá te divirtieras en ese país cuya imagen has admirado a menudo en los museos. ¿Qué pensarías de Rotterdam, tú, que amas los bosques de mástiles y los navíos amarrados a las puertas de las casas? 

Mi alma permanece muda. 

¿Quizá te agradaría más Batavia? Allí encontraríamos sin duda el espíritu de Europa unido a la belleza tropical. 

Ni una palabra. ¿Estará muerta mi alma? 

¿Es que has llegado a ese punto de entumecimiento en que solo te complaces en tu propio mal? Si es así, huyamos hacia los países que son las analogías de la Muerte. 

Yo me encargo del asunto, ¡pobre alma! Haremos las maletas para Tornio. Vámonos más lejos aún, al último extremo del Báltico; más lejos todavía de la vida, si es posible; instalémonos en el polo. Allí el sol solo roza oblicuamente la tierra, y las lentas alternativas de la luz y de la noche eliminan la variedad y aumentan la monotonía, esa mitad de la nada. Allí podremos tomar largos baños de tinieblas, mientras que, para divertirnos, las auroras boreales nos enviarán de vez en cuando sus haces de luz rosada como reflejos de unos fuegos artificiales del Infierno. 

Por fin, mi alma explota y sabiamente me grita: ¡No importa dónde! ¡En cualquier lugar! ¡Siempre que sea fuera de este mundo!

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