La diosa Fama, de Juan Bautista (Madrid, 1732) |
En el diccionario de la RAE leemos que la palabra «locución», además de designar
el acto de habla o el modo de hablar de una persona, sirve también para
referirse a un grupo de palabras que funcionan como una sola pieza léxica con
sentido unitario y cierto grado de fijación formal. Según la clase de palabra a
la que equivalen, hay locuciones adjetivas (Fulanito
es de cuidado), sustantivas (Encontré mi media naranja en París),
verbales (En aquel asunto metí la pata), adverbiales (Sucedió todo de repente), preposicionales (Subimos a bordo del yate),
conjuntivas (No ha contestado a pesar de que le dejé un mensaje en el teléfono), o interjectivas (¡Mecachis
en los mengues de cartón!).
En algunos casos —de
principio a fin, por ejemplo—, el sentido de la locución se obtiene por
la suma de los significados de los elementos que la componen, pero no siempre
es así, como ocurre en cabeza de turco, cuyo sentido no se
explica por la suma de los conceptos de los dos sustantivos implicados, o en mesa
redonda, que designa una forma de debate en la que no es necesaria una
mesa de forma circular. Ya saben, los sentidos figurados, los tropos… la creatividad
humana.
El fin de semana pasado
leí en El País la expresión «boca a
oreja» referida a la transmisión oral de una noticia. Debe de estar de moda,
porque la he oído y visto escrita varias veces este verano. Desde el principio
me chirrió: qué cortedad de miras, pensé, sí, claro, una boca que habla y una
oreja —¿no será el oído?— que escucha: esa es la imagen acústica del «boca a
oreja». ¿Y qué ocurre con nuestro boca a boca? ¿Lo vamos a arrumbar en
el cajón de los arcaísmos?
Hay quien piensa que el boca a oreja es lo lógico, que así es
como se transmiten los mensajes orales, de emisor a receptor, y no seré yo
quien lo discuta. Y quien afirma que estamos ante un catalanismo, boca-orella, y aún más, ante un ante un «falso
amigo», pues orella en
catalán no debe traducirse como ‘oreja’, sino como ‘oído’, extremo este que no
aparece en el diccionario manual catalán-castellano del que dispongo. Aunque
podría tratarse igualmente de un galicismo, pues los franceses disponen de la
locución de bouche à oreille para referirse a la transmisión oral y en
confidencia, o de manera oficiosa, de algo, que no es exactamente el sentido de
nuestro boca a boca, sino que está
más cerca del secreto a voces, de lo que se cuenta bajo palabra de no
contárselo a nadie más pero que al final se termina contando. Este boca-oreja
sugiere un proceso comunicativo que acaba en la oreja receptora, no en la boca
difusora, para lo cual tendría que decirse boca-oreja-boca.
En nuestro idioma, además
de para nombrar la técnica de respiración artificial, la expresión boca
a boca, equivale a “oralmente”. La RAE no especifica tal significado,
sino que remite a la cercana andar de boca en boca, para
indicar que algo es público, que está divulgado por vía oral. La expresión
puede usarse con valor adverbial —La
noticia se propagó boca a boca—, o sustantivarse: El boca a boca es la mejor publicidad. La repetición del sustantivo
‘boca’ no es gratuita, ni falta de lógica, simplemente hace hincapié en lo
importante, en la vía de propagación del mensaje, en el aspecto transmisor, en
el fenómeno por el que numerosas voces, o ‘bocas’, una y otra y otra, van
divulgando un mismo hecho. Lo importante en este caso no es el proceso de
comunicación física entre emisor y receptor (hablar-escuchar, boca-oreja), sino
el de difusión oral por medio de múltiples emisores. Se destaca el concepto de
sumandos —como cuando decimos El
recipiente se llenó gota a gota,
o Paso
a paso, alcanzaremos la meta—,
la idea de pluralidad de hablantes que transmiten idéntico o parecido mensaje, en
fin, aquella “voz pregonera” de que hablaba fray Luis de León.
¿Quién y con qué ánimo puso
en circulación este boca a oreja? ¿Un
nacionalista catalán, que pretendía contagiar al idioma español de su
catalanidad, demostrando así la superioridad expresiva de la lengua de Joan
Maragall? ¿Un desconocedor del catalán, o del francés, que utilizó el traductor
de Google? ¿Un esnob? ¿Un francófilo? ¿Un catalanófilo? ¿Simplemente alguien
que no se había parado a pensar en el significado de la expresión española y le
pareció más plástica y razonable la imagen de una boca y una oreja?
Si es galicismo o catalanismo, creo que lo mejor es ignorarlo por
innecesario, puesto que nuestro idioma ya posee la expresión adecuada. Si es
por supuesta falta de lógica en la secuencia transmisión-recepción-transmisión
de un mensaje, ya he propuesto la solución, engorrosa y en contra de la
economía del lenguaje: boca-oreja-boca.
Si es por cualquiera de los otros motivos, tampoco es uno quien para imponer su
criterio lingüístico a los demás. En la lengua solo manda el tiempo. Ya veremos
si este boca a oreja empieza ahora a rular de boca en boca y termina echando
del banquillo al veterano boca a boca, o si estamos, como espero, ante una
tormenta de verano.
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