martes, 29 de abril de 2025

Divagaciones

Silencio en las primeras horas de la noche...

El latir sólo de las estrellas. Y descubrir que son millones en la oscuridad...

La vida apagada...

Desconectados...

Aislados...

Desinformados...

Piensa uno en esos dos locos y en las cohortes fanáticas que los mantienen y los alientan. Los creo capaces...

Recuerda uno tardes noches de su infancia a la luz débil de unas bombillas que se apagan cuando caen dos gotas. La España del candil y el carburo campesino, del quinqué historiado y del infiernillo de petróleo. Pero no es lo mismo. No es ésta apagada de hoy aquella España, aunque algunos la añoren y pretendan revivirla y sumir a los españoles en otra noche oscura...

Piensa uno, asomado a su balcón, en las noches de Gaza y de Ucrania. En el terror de las bombas que se cuela en los sueños de sus habitantes...

Piensa uno, a pesar de los eufemismos, o precisamente por ellos «fuerte oscilación en los flujos de potencia»,«desconexión de generación fotovoltaica», «cero energético»‒ en la fragilidad del sistema. En la picaresca y la chapuza nacional, en el «ahorro de costes» a costa de seguridad. En los beneficios inmorales.

En lo fácil que resulta dejar un país a oscuras...

Asomado al balcón de su casa, trata uno de imaginarse los caminos de esta dehesa en oscuras noches medievales, el aspecto del pueblo a la sola luz de las estrellas, sin luna y sin farolas. Y piensa en los mandobles del XVII, en la impunidad de las callejuelas a oscuras, donde se emboscan y encapan matones de cicatriz y espada mercenaria...

Piensa uno en la vulnerabilidad de la red, de la colectividad, en los cinco segundos ‒uno… dos… tres… cuatro... cinco...‒ que han bastado para el apagón peninsular. 

Y en la gestión de lo imprevisible. De la incertidumbre.


sábado, 26 de abril de 2025

Nubes

Domingo. He aprovechado que lucía el sol para dar un paseo. Arriba, el azul celeste, sin mácula, es la imagen de la infinitud. 

El aire limpio deja ver los perfiles nítidos de las sierrras en varios planos de profundidad, los cortados de roca, las quebradas, los caminos y cortafuegos, los claros y las manchas de matorral.

He subido hasta el cerro Miralobos y desde allí las veo llegar: avanzan despacio, deslumbrantes, majestuosas, apagando los brillos de la mañana.

¡Ah, las nubes!, exclamo para mis adentros, con melancolía a pesar de la belleza de la estampa:


Arriba nacen.
Sobre nosotros pasan.
Atrás nos dejan.


miércoles, 23 de abril de 2025

Ventura / Desventura

Naufragar. Vieja metáfora del fracaso. Aunque puede entenderse el naufragio como una posibilidad, o suerte, de supervivencia y, por tanto, de éxito ante el infortunio: Robinson Crusoe sobrevivió al naufragio y abandonó la isla convertido en un hombre sabio.

Naufragar no siempre es hundirse, condenarse. A veces es un paso hacia tierra firme. Hacia la salvación.