Naufragar. Vieja metáfora del fracaso. Aunque puede entenderse el naufragio como una posibilidad, o suerte, de supervivencia y, por tanto, de éxito ante el infortunio: Robinson Crusoe sobrevivió al naufragio y abandonó la isla convertido en un hombre sabio.
Naufragar no siempre es hundirse, condenarse. A veces es un paso hacia tierra firme. Hacia la salvación.
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