Niño tú de seis o siete años. Sentado en los bancos de la iglesia (en Esparragal, en el Campo de la Verdad, en el poblado de la presa del Bembézar), te transportabas a una fantástica geografía, mezcla del paisaje mínimo de los belenes que montaba tu madre todos los años en el comedor y de los escenarios de películas americanas como Rey de Reyes o La túnica sagrada, o que tú mismo creabas con tu imaginación, excitada por el exotismo de los nombres y lo portentoso de los hechos: la ciudad de Cafarnaún. el lago de Tiberiades o mar de Galilea, donde Cristo anduvo sobre las aguas, la desértica Betania, patria del resucitado Lázaro, las murallas de Jericó, abatidas por el estruendo de las trompetas y el griterío de los israelitas, el sagrado Jordán, el monte Moria, donde Abraham estuvo a punto de acabar con la vida de su hijo Isaac por mandato del temible Yavé, el monte Sinaí, de donde bajó Moisés con las Tablas de la Ley, el huerto de los olivos, Getsemaní, Nazaret, Canaán, Sodoma y Gomorra, el apóstol Pablo predicando desde las impresionantes alturas, así lo veías tú, del areópago de Atenas. Te gustaban sobre todo aquellas historias (narraciones de sucesos fingidos, de las que se deducían por comparación o semejanza verdades importantes o enseñanzas morales), parábolas, palabras, las llamaba el sacerdote: el hijo pródigo, el grano de mostaza, el buen pastor, la cizaña y el trigo, el sembrador… y veías las cabras ramoneando, los hombres y mujeres y niños en sus faenas cotidianas, horneando hogazas de pan candeal, sacando agua del pozo, labrando sus huertas o a las puertas de sus comercios con sus túnicas y sus turbantes, hasta que el oficiante comenzaba con su exégesis y se rompía la magia y entonces volvías al incómodo banco de madera y empezaba el mirar a un lado y otro, las rasquiñas, los suspiros de aburrimiento, el tamborileo de los dedos en la madera, los cambios de postura, que cesaban súbitos cuando tu madre te tocaba suavemente en el brazo y te fulminaba con la mirada y los labios contraídos.
miércoles, 29 de enero de 2025
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