miércoles, 5 de noviembre de 2008

SILBO DE LA MAÑANA

Antes que el sol apunte
su primera luz en los tejados,
recién planchada la levita,
su flauta afinan los mirlos
en las varillas de la antena.

Y sin batuta que los dirija
-vuelan por instinto,
por genética cantan-
el quinteto silba
frente a mi ventana.

Luego, ejecutada la pieza,
silenciosos quedan los músicos,
perfilada su silueta
en la pálida moneda
del sol de noviembre.

Se lanzan al fin a lo azul
y queda abierta la mañana,
inaugurado el día.

Canto. Celebración.
Y un silbo es la vida.