sábado, 25 de abril de 2015

Documento nº 8: Peticiones de Pastores

    Imágenes fotográficas y transcripción de lo que podemos considerar borrador de un convenio colectivo para los pastores. Hoja tamaño media cuartilla, manuscrita a lápiz por las dos caras. Apareció (y así la dejamos tras leerla y fotografiarla) entre las hojas del documento nº 5 (Libro de registro de socios y cuotas de la Unión Obrera de Torrecampo).
   Nada vamos a conjeturar sobre la mano que guardó este papel en el libro de registro, pero sí le agradecemos que lo hiciera. Lo escrito en esta hoja arrancada de un cuaderno va más allá de la reivindicación laboral. Es un precioso tesorillo antropológico que merece toda nuestra atención.
 Leamos primero el original y luego su transcripción.







martes, 21 de abril de 2015

Comentarios, interrogantes y propuestas (2)


        Dos manos derechas, distintas, que se enlazan: sinécdoque visual de la fraternidad, del acuerdo y el esfuerzo común.
         Tal es la imagen central del sello (lo reproducimos completo al final) de Unión Obrera, la organización de trabajadores creada en Torrecampo en el verano de 1918. La escueta información del Defensor de Córdoba  era cierta, y coincide con documentos conservados en el archivo municipal de la villa.
         La caja MC-739 contiene un libro en tamaño folio con tapas de cartón, sin tejuelo ni inscripción alguna sobre su contenido. El ejemplar presenta el deterioro del uso y del paso del tiempo. Encuadernación elemental, resistente al mucho abrir y cerrar para registros y consultas. Sin lustre el papel de aguas, desgastado en los bordes. De tacto seco las hojas del interior (hay que ensalivarse las yemas de pulgar e índice para pasarlas una a una).



         Es posible que falte un cuadernillo, o algunas hojas del primero. Así lo sugieren la brecha en el pliegue central y el hecho de que el primer socio registrado sea el número 2.
         El libro contiene valiosa información: nombre y número del socio, compromiso y justificantes del pago de las cuotas mensuales (25 céntimos) y de la peseta de entrada (como Depositario, una veces firma P. Romero , otras Juan Conde), domicilio y fecha de ingreso. El documento es una mina a cielo abierto, una concesión con registro colectivo, de dominio público, un yacimiento insoslayable en la historia local, sea vecino en busca del hilo de los suyos, sea licenciado en ciernes, docto historiador, o simple aficionado quien se entretenga en sus páginas.
         La recuperación del pasado, la búsqueda del quiénes somos en el quiénes fuimos, pasa por el estudio y la divulgación de documentos como el que nos ocupa. Confesamos aquí nuestra sorpresa, grata sorpresa, al encontrarlo, y nuestra emoción al hojearlo (ensalivadas las yemas de pulgar e índice) e ir ojeando nombres. Historia viva del pueblo, nos dijimos. He aquí los pioneros de la lucha obrera a comienzos del siglo XX,  herederos de todas las rebeliones contra el poder abusón —opresor, represor, explotador—, transmisores de la vieja utopía de una sociedad de iguales en el derecho y en el trabajo. En la vida.   Ahí están los hombres, sus nombres. Y las anónimas mujeres.
         No era fácil la lucha y la reivindicación. Nunca lo ha sido. Los patronos tenían la sartén por el mango. Y llevaban siglos pegando sartenazos al menor signo de rebeldía y contestación. Qué podía un simple pastor de Torrecampo contra el señorito. Un jornalero contra el terrateniente. Una muchacha de servir contra las humillaciones de la señora. Había que organizarse, compañeros y compañeras.
         Con ese espíritu común —dos manos distintas (la del bracero, la del minero, la del talador, la del ama de cría) que se enlazan—, nace en el verano de 1918 la Sociedad Unión Obrera de Torrecampo. De julio a diciembre se inscribieron en ella 230 hombres. Ignoramos si existió algún libro más de registro. No sabemos, por tanto, hasta dónde alcanzó el número. 










    El primer presidente electo de Unión Obrera fue Cesáreo Romero, y su primer secretario, Patrocinio Romero Amat. Ambos llegarían a ser alcaldes republicanos de la villa. Ambos acabaron sus días en trágicas circunstancias.

     Tiempo tendremos de ocuparnos más por extenso de ellos. Baste por hoy la confirmación de que en el verano de 1918 —unos meses antes de que acabara la Primera Guerra Mundial; en pleno “trienio bolchevique” (1918—1920); en un periodo de revueltas campesinas y urbanas, de manifestaciones y de huelgas generales; en los tiempos nefastos del pistolerismo patronal y de las escabechinas en Marruecos; en los días en que afiliarse a una organización política obrera, de izquierdas, suponía la inscripción en la lista negra y la amenaza del hambre; ante unos patronos que defendían la continuidad de la explotación y la indigencia de los trabajadores, la injusticia, el analfabetismo, la ciega sumisión— doscientos treinta hombres (al menos) de este pueblo le echaron riles, se fajaron valientes, decididos, ante los dueños de las tierras y reivindicaron sus derechos: trabajo, pan, escuela, dignidad.


         

jueves, 16 de abril de 2015

Colaboración de un lector

        Hola, Pepe. 
        El reto era fácil. Sobre todo porque en la Junta de Castilla y León tienen la ocurrencia de tener en internet todos los boletines oficiales.

       Supongo que  las circulares se referirían a sindicatos y organizaciones agrícolas "verticales". En 1.918 no iban a dejar el control de la producción, almacenamiento y distribución agrícola en manos de sindicatos obreros. Bueno, ahora es peor. Por lo menos entonces el control era local y las circulares se publicaban en los boletines provinciales, con sus instrucciones y sus formulismos y formularios. Ahora tendríamos que consultar las circulares secretas de la City de Londres o del mercado de futuros de Chicago.

        Chau
        Luis

sábado, 11 de abril de 2015

Comentarios, interrogantes y propuestas sobre la historia local (1)


         En nuestras pesquisas sobre F se cruzaron  los documentos precedentes, un acta municipal y una información en un periódico.
         Habíamos leído primero el acta de la reunión, y asumimos como cierto que en Torrecampo no existían sindicatos ni organizaciones agrícolas, pensando que los ediles se referían a organizaciones obreras. Era posible que no existiera ninguna en el pueblo, nos dijimos.
         Luego encontramos la nota en El Defensor de Córdoba. Nos sorprendió la casualidad de la fecha, 22 de junio de 1918, y del hecho: a las ocho de la tarde, la corporación municipal niega la existencia de organizaciones y sindicatos agrícolas; por la mañana, el periódico había informado del registro en el Gobierno Civil de los estatutos de la Unión Obrera de Torrecampo.
         El documento nº 1 es ejemplo cabal de texto administrativo, en su lenguaje y en su disposición tripartita (apertura, desarrollo y cierre de la sesión).
         En el primer párrafo leemos el protocolo habitual, rutinario, del comienzo de las reuniones de los ediles: lugar, fecha y hora, asistentes, lectura y aprobación ...
         El segundo párrafo recoge la única novedad en el orden del día: en vista de que no existen en la localidad organizaciones ni sindicatos agrícolas, son designados miembros de la Junta Local de Abastecimientos los tres principales contribuyentes del término para que asesoren y eviten abusos entre los agricultores tras la adopción de ciertas medidas establecidas por instancia superior.
         El acta se cierra con un formulismo y la rúbrica de los asistentes.
         Hacemos varios subrayados en el párrafo segundo: “no habiendo en este pueblo sindicatos ni asociaciones agrícolas, formen la Junta Local a que se refiere la instrucción sexta de la circular de Comisaría General de Abastecimientos, fecha doce del corriente, inserta en el Boletín oficial del día quince, los tres mayores contribuyentes por rústica y pecuaria, don Tomás Montero Campos, don Ángel García Romero y don Francisco Cañizares Campos, para que asistan a los agricultores en las dificultades que pueda suscitar la ejecución de lo dispuesto en la circular de treinta y uno de mayo próximo pasado y denunciar los abusos que a su juicio se cometieren.
         No sabemos, porque no se menciona en el acta, a qué tipo de sindicatos y organizaciones agrícolas se alude en la reunión. No sabemos si se refiere a la parte contratada o a la parte contratante, es decir, si se afirma que en la localidad no existe ningún sindicato ni organización obrera, o que no existe ningún sindicato ni organización terrateniente. En favor de esto último aducimos el uso de la palabra agricultores en lugar de braceros.
         Si no era así, si la corporación municipal se refería, no a los patronos, sino a los jornaleros, si afirmaba la falta de sindicatos y organizaciones obreras en Torrecampo, la decisión de dejar en manos de los tres hombres más ricos del término la gestión del trabajo agrícola, es incongruente, increíble: ¿el patrón convertido en dirigente obrero? ¿el terrateniente reivindicando aumento de los jornales, seguro médico, disminución de la jornada laboral, la dignidad campesina y la tierra para quien la trabaja?
         Si era así, si los ediles se referían a la falta de un sindicato de patronos agrícolas, nada objetaremos y quede ahí la cosa: los dueños de las tierras y los ganados ven la necesidad, las ventajas, de organizarse y defender colectivamente sus intereses.
         ¿Estaba la corporación municipal al tanto de la creación de la Unión Obrera de Torrecampo? Difícil nos parece no estarlo. Si conocía la existencia de ese movimiento obrero, resulta absurdo que la negara por la tarde, cuando la información había aparecido por la mañana. ¿Un bulo periodístico? ¿La táctica política de la negación de la evidencia? ¿Se referían los concejales a la falta de sindicatos y organizaciones patronales? ¿A un sindicato vertical avant la lettre?
         Sería muy útil tener a la vista los documentos que se citan —la circular de la Comisaría General de Abastecimientos (fecha 12 de junio de 1918, inserta en el Boletín Oficial, suponemos que de la provincia de Córdoba,  (fecha 15 de junio de 1918), y la circular de 31 de mayo de ese mismo año—, porque aclararían sin duda —¿sin duda?— “lo dispuesto”  en ellos, y darían luz a la naturaleza ideológica de las organizaciones y sindicatos agrícolas referidos, pero no cumple ahora ramificarnos en exceso y alejarnos de nuestro asunto principal. Si alguien es gustoso en dedicar unas horas a la búsqueda de esas dos circulares, bien le vaya, y si además las hace llegar al Pisapapeles, bienvenidas y celebradas serán, pero no nos interesan ahora los sindicatos patronales, si es que los hubo, sino los obreros.

         ¿Era veraz la información una simple enunciación en pasiva refleja del católico Defensor de Córdoba?


miércoles, 8 de abril de 2015

lunes, 6 de abril de 2015

Documento nº 1




         Transcripción del acta de la sesión celebrada por los ediles torrecampeños el día 22 de junio de 1918:
         «En la villa de Torrecampo a 22 de Junio de 1918, siendo las veinte del mismo, se reunieron en la sala de sesiones del Ayuntamiento los señores Concejales que al margen se expresan, al objeto de celebrar la ordinaria de este día. Bajo la presidencia del señor Alcalde, don Juan Santofimia Melero, y presente yo, el Secretario, fue abierta la sesión, que dio principio por lectura y aprobación de la anterior, dando también cuenta de la correspondencia de las dos semanas últimas.
         «Seguidamente, la Corporación acordó por unanimidad que no habiendo en este pueblo sindicatos ni asociaciones agrícolas, formen la Junta Local a que se refiere la instrucción sexta de la circular de Comisaría General de Abastecimientos, fecha doce del corriente, inserta en el Boletín oficial del día quince, los tres mayores contribuyentes por rústica y pecuaria, don Tomás Montero Campos, don Ángel García Romero y don Francisco Cañizares Campos, para que asistan a los agricultores en las dificultades que pueda suscitar la ejecución de lo dispuesto en la circular de treinta y uno de mayo próximo pasado y denunciar los abusos que a su juicio se cometieren.
         «Y no habiendo más asuntos de que tratar, el señor Presidente levantó la sesión firmando con los dichos señores Concejales asistentes, de todo lo cual yo, el Secretario, certifico.»

         Rubrican el acta: Juan Santofimia, Pablo Brígido, Juan Campos, Antonio Melero, Pedro Cañizares, Esteban Romero, Ramón Fernández, José Campos, José Sánchez Serrano y Leovigildo López.