martes, 27 de noviembre de 2012

Palabras, palabros y descalabros (3)


En este país, tan difícil resulta conocer la cifra de asistentes a una manifestación o de participantes en una huelga, como saber quién ha perdido unas elecciones. La objetividad del dato resulta prescindible, secundaria, porque lo en verdad importante es la lectura, la interpretación. Ahí está la madre del cordero, el verdadero resultado de unas elecciones, en las lecciones que unos y otros hacen.
En Cataluña ha ganado el secesionismo. La ciudadanía ha votado por la vía del nuevo Estado catalán. Basta una simple suma. Y eso hizo anoche en un programa de radio el político convergente, que con sus cuentas sobrepasó el centenar de escaños soberanistas. Una manera de ver las cosas y no asumir el varapalo de 12 asientos menos en el parlament.
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A propósito de estas elecciones me pregunto, como Josep Pla: ¿Y todo esto quién lo paga? ¿Cuántos millones aportamos los pecheros para las elecciones nacionales, municipales y autonómicas? Las comidas, los hoteles, la gasolina, los helicópteros, la lavandería, los guardaespaldas, las copas, los móviles, los pabellones y salas para los mítines, la publicidad en periódicos, radios, televisiones, las botellas de agua, los equipos de sonido y de luces, la cartelería, los buzoneos, los chóferes, los autobuses para afiliados, las encuestas y sondeos previos, a pie de urna y postparto, las sedes y locales, las convenciones y congresos, los sueldos de coordinadores nacionales, regionales, provinciales y locales, de tesoreros, secretarios, portavoces y administrativos, el mobiliario, los desayunos, ¿quién los paga? En internet se pueden consultar datos sobre las subvenciones estatales a partidos y organizaciones políticas, aunque me temo que serán tan explícitos como las cuentas de la Casa Real, digo, del Gran Capitán: cien millones en picos, palas y azadones.
No estaría mal, diría un buen arbitrista, que en estos tiempos de crisis y recortes se acabara con esta mamandurria y se retiraran de la partida presupuestaria pública estas millonarias cantidades, que cada partido se procure su financiación, (con  las cuotas de filiación, con aportaciones de particulares, como buenamente pueda), sin caer en la ilegalidad, en el chanchullo financiero, el cohecho, la prebenda y demás figuras de la corrupción, y si cae, purgue la pena correspondiente al delito, y si alguna organización o partido desaparece del mapa, que desaparezca, que hubiera espabilado y hecho las cosas como la democracia exige.
Salud.

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