viernes, 1 de agosto de 2008

Tentación

No es bueno crearse nuevas adicciones para olvidarse de las viejas. Dada la tendencia a la politoxicomanía de la mayor parte de los fumadores, prefiero mi adicción a la nicotina que a los ansiolíticos. Los sustitutos tienden a convertirse en nuevos motores de adicción, lo cual complica la cosa.
A la nicotina no hay que buscarle alternativas. Hacer depender nuestra vida de nuestra voluntad, de nuestra libertad, no de nuestras dependencias.

Sin duda me estoy convirtiendo en todo un carácter; no he llegado aún a la estupidez para hacer triunfar mi voluntad, pero sí a lo cómico, o a lo patético, según se quiera ver, como ha ocurrido hace un rato.

Después del paseo con Duna me he quedado solo viendo en la tele un programa sobre cine y me han acosado tanto los demonios que he cogido un cigarrillo del paquete de M. he salido al balcón a olerlo, sin prenderle fuego. Deliciosa vainilla. Y lo he tirado a la calle. ¡Dios mío, qué bien huelen los cigarrillos! Debe de hacer veinte años que no huelo un pitillo. Habitualmente los he quemado sin contemplaciones ni sutilidades olfativas. Un fumador de cigarrillos no suele pasárselos por debajo de la nariz para descubrir todos los aromas adjuntos al rubio de Virginia, como sí suelen hacer los pureros, más sibaritas, refinados y sensuales que los cigarrilleros.
Si lo hubiera encendido, ahora mismo tendría muy mala conciencia, me habría decepcionado de mí una vez más y tendría escasa fe en mi voluntad, pero decidí en consecuencia y aquí está el hombre, tan ufano por haber resistido otra tentación venida desde el mismísimo Pateta. Laus deo.

No hay comentarios: