La flor del
haiku:
en
diecisiete sílabas
se abre la
vida.
Los haikus son los chupitos de la
lírica, sólo que no hacemos muecas ni chascamos la lengua al degustarlos. Su
efecto es sedante, una dosis de serenidad y reflexión, un concentrado de
palabras elementales, naturaleza y conexión emotiva con el mundo.
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