martes, 28 de noviembre de 2023

Círculos viciados (1)


Los preliminares de esta historia llegaron a mí, con siete u ocho años, cuando el maestro nos recitó sin convencimiento la biografía ejemplar del «estudiante caído» y luego hubimos de copiar en nuestro cuaderno el texto y la viñeta de la enciclopedia Álvarez en el apartado «Formación política (niños)»: “pudo elegir el camino de la comodidad, pero era falangista, sabía que España estaba en peligro y, renunciando a todo, eligió el camino del sacrificio para salvarla […] regresaba a casa tranquilo, pero, traidoramente, las pistolas del enemigo segaron su vida en la calle de Mendizábal […] Honremos su memoria y procuremos que su sacrificio no haya sido estéril”. Este caído por la patria, Matías Montero, que se nos presentaba a los niños y niñas como héroe y protomártir del falangismo, miembro activo del sindicato universitario de Falange Española, el SEU, fue asesinado el nueve de febrero de 1934. En su entierro, José Antonio Primo de Rivera pronunció una célebre optación —“¡Hermano y camarada Matías Montero y Rodríguez de Trujillo! Gracias por tu ejemplo. Que Dios te dé su eterno descanso y a nosotros nos lo niegue hasta que sepamos ganar para España la cosecha que siembra tu muerte”— recogida más tarde por Franco en el entierro del fundador de Falange.

El adoctrinamiento sin ambages, el lenguaje figurado y la moralina, resultaban inadecuados para el niño que uno era en aquellos primeros años sesenta, pues no se le había planteado aún la disyuntiva entre el camino de la comodidad y el camino del sacrificio por la patria, ni mucho menos identificaba los peligros o amenazas marxistas a que se veía expuesta España. Mucho pedir era también que un niño de siete años criado en una aldea de Priego explicara qué era el falangismo, el movimiento, o por qué llamaban caudillo y camarada a los hombres de los retratos en la pared.

De aquella escuela franquista y caralsoleada a diario, esta historia da un salto a la España de nuestros días, al invierno de 2023, cuando subrayo unas palabras de Ignacio Martínez de Pisón en su novela El día de mañana, donde Mateo Moreno, inspector de la policía política en la Barcelona de 1975, meses antes de la muerte de Franco, expresa su temor a que se dé la vuelta a la tortilla en el país: “¿Quién te asegura —se pregunta el secreta— que los mismos tipos a los que enviamos a incomunicados no fueran a ser nombrados el día de mañana directores generales o ministros? […] Luego, tras la muerte de Franco, parecía que todo el mundo era demócrata de toda la vida […] Si en ese momento me llegan a decir que tengo a Felipe González tomando café en el bar de abajo de mi casa, a lo mejor hago como que no lo he oído. ¿A quién le apetece pasar a la historia como el tipo que detuvo a un futuro presidente del gobierno?” (273-275)1.

Esa reflexión del policía secreta me llevó de nuevo atrás en el tiempo, al invierno de 1956, un invierno crudo, con una ola de frío siberiano que afectó a toda Europa. Los periódicos difundían fotos de barcos daneses inmovilizados en el hielo, ríos desbordados y carreteras cortadas, informaban de la penuria de víveres en Bélgica, en Italia y Yugoslavia, de desprendimientos mortales de témpanos de hielo, de centenares de víctimas en Inglaterra y en Francia, de personas congeladas en Austria y de los 20 grados bajo cero alcanzados en Turín. En nuestro país, el temporal causó corrimientos de tierra en Gran Canaria, vientos devastadores en Navarra y nevadas históricas en Asturias y las Vascongadas.

El domingo 19 de febrero, en primera plana del Córdoba, «Diario de Falange Española Tradicionalista y de las JONS», junto al yugo y las flechas, en el rincón superior izquierdo de la página, aparecía inserto un breve que anunciaba la reanudación de las clases en la Universidad de Madrid, excepto las que se daban en el edificio de la calle de San Bernardo, que lo harían cuando se ultimasen las obras de acondicionamiento. Firmaba el comunicado el vicerrector, Manuel Lora Tamayo, en Madrid, el 18 de enero (el subrayado es nuestro: ¿error de copia o retraso considerable en la publicación?). El afán de contextualizar adecuadamente los años de mi nacimiento y primera infancia me llevó a una breve incursión en busca de las causas de aquella interrupción y continuación de las clases universitarias. Enseguida estuve en el buen camino.

***

1 Ignacio Martínez de Pisón, El día de mañana. Seix Barral, Barcelona, 2011.

miércoles, 15 de noviembre de 2023

La España de San Jamás

 España no se vende, se defiende. Huelga general. Asesino. Dictador. Yo soy nazi. Esta es nuestra policía. Canalla. Tiparraco. A prisión. No nos callaremos hasta hablar en unas elecciones y que todos podamos otra vez votar. Porque lo que está haciendo es lo contrario de lo que hemos votado. Le tienen miedo a las urnas. Los españoles tenemos derecho a opinar (Feijóo) nadie discute tal derecho; otra cosa es que el balance general de la votación del 23 de julio haya resultado favorable al progresismo. 23F. ETA. El Imperio. Banderas carlistas.¡Queremos votar! Su proyecto es el totalitarismo (Ayuso). Nos encargaremos de devolver golpe por golpe (La misma). Puto defender España. Que te vote Txapote. Yo soy español. Cabrón. Traidor. Hijo de puta. La Constitución destruye la nación. Basura golpista. España cristiana, no musulmana. Golpe de estado. No vamos a estar callados, no vamos a hincar las rodillas, vamos a levantarnos en defensa de la libertad y la separación de poderes (Moreno Bonilla). Si nos quitan la patria, nos quitan la libertad. Vamos hacia una dictadura. [Pedro Sánchez] tendría que irse de este país en un maletero (Tellado). El maricón de Marlasca. ¡Ladrones, guerracivilistas! ¡Sánchez, golpista, estás en nuestra lista! Que quede claro que somos franquistas porque fue la mejor época habida en España, y si no lo haces valer eres un maricón. No es una sede [Ferraz], es un puticlub. Hay que pasar de las palabras a los hechos. ¡¡¡Acuérdate que Judas se ahorcó, toma nota!!! Cánticos falangistas. Rezos. Saludos nazis. Exaltación del fascismo. ¡A por ellos! Gobierno ilegítimo. Amenazas. ¡Viva Cristo Rey!

Ante tales declaraciones, barbaridades e insultos difundidos por televisiones, periódicos, radios y redes sociales, me pregunto en qué España quieren vivir quienes estos días se reúnen en calles y plazas del país con la excusa de la amnistía a independentistas y policías encausados en el procés, y confieso mi miedo y mi repulsa más absoluta a la España que propugnan:

Una España con una constitución de hierro que niega el derecho a la peculiaridad histórica, cultural y lingüística.

Una España privatizada y sin servicios públicos en educación, sanidad, atención a los mayores…

Una España católica, de rosario y misa diaria, libre de infieles.

Una España de raza blanca, sin inmigrantes económicos (pobres).

Una España de familias como Dios manda: padre, madre, hijos.

Una España heterosexual de hombres viriles y mujeres sumisas.

Una España de partido único.

Una España presta y pronta a las armas para defender los sagrados valores de la patria.

Una España vengativa y movida por el odio, el desprecio y la persecución de las personas de izquierdas.

Una España donde los sucesivos gobiernos monocolor actúen en contubernio con sus señorías de la judicatura y el gran empresariado.

Una España donde no se tolere la discrepancia ni el espíritu crítico.

Una España que favorezca a las ricos y privilegiados y exprima inmisericorde al resto de la sociedad.

Una España donde impere la posverdad, establecida por los grandes timoneles del partido y de la nación.

Una España de inquebrantable pensamiento unánime que haga realmente innecesario el voto en las urnas.

Una España, en fin, que vuelva a ser una unidad de destino en lo universal, signifique lo que signifique tal proclama.

***

Tras las elecciones del 23 de julio, la mayoría de votantes (12.610.939) optó por políticas de diálogo y progreso, frente a una minoría (11.270.025) cerrada, incapaz de establecer avenencia con otras fuerzas políticas, reaccionaria y nostálgica de lamentables tiempos pretéritos.

La derecha tiene mal perder. No sigue las reglas del juego cuando está en la oposición, pues se cree con el derecho adquirido de mantenerse siempre en el gobierno de la nación. No asume sanamente la derrota electoral, considera que el oponente ‒y quienes le votan‒ le han arrebatado ilegítimamente el poder que por designio divino le corresponde. Su actitud como oposición parlamentaria es desleal, no arrima el hombro en situaciones críticas sino zancadillea, busca la bronca, la crispación, insulta, ofende, distorsiona y menosprecia.

Espero que nunca sea realidad esa España antidemocrática reclamada estos días por la derecha más incivil, que exalta el nazismo y la intolerancia, que amenaza y odia al distinto. No, no quiero vivir en una España gobernada por PP y Vox. No quiero recortes, sino aumentos, en derechos civiles y en servicios públicos. No quiero otra vez caralsolistas ni gerifaltes. Y no renuncio a la utopía de un Estado que procura el bienestar común y considera a sus ciudadanos, antes que sumisos votantes o meros consumidores, personas con derecho a la felicidad.

En los primeros años setenta, el grupo Aguaviva cantaba «La casa de San Jamás», una maravillosa canción que hablaba de un lugar mágico y feliz, en un país donde las puertas dormían siempre abiertas. Como lugar y tiempo idílicos y soñados ‒los dorados siglos que echaba de menos Don Quijote‒ aquel San Jamás utópico nada tiene que ver con el aludido en el título de este artículo, que remite a una España que jamás debería volver.

lunes, 6 de noviembre de 2023

35 Viene limpia

Nace el alba en ese misterioso laberinto de los sueños donde madura el silencio de la estrella junto al canto de la alondra.

Viene la primera luz abriéndose paso en la flor de la jara y del espino, desplegando sus alas, enredándose fresca en la copa de las encinas y en los perfiles de la sierra.

Trae el alba en su regazo la paciencia ejemplar de la piedra, el mágico hacerse y deshacerse de la nube, el callado caer de la nieve, el íntimo rumor de la lluvia.

Viene limpia la mañana pidiendo paso con su azul.


sábado, 28 de octubre de 2023

Una ficción de Louise Glück

 


Poemas en prosa. Historias de dos mellizas en su primer año de vida. El carácter ‒el comportamiento‒ de cada una de ellas: no son dos trajes exactamente iguales comprados en unos grandes almacenes. Marigold y Rose son iguales pero distintas.

Su lucha por comprender la noción de tiempo. ¿Hasta dónde retroceder con el Érase una vez o con el Hace mucho tiempo, hace mucho mucho tiempo de los cuentos?

E íntimamente relacionados con el paso del tiempo, los recuerdos, el cúmulo y la memoria de las experiencias de unos seres de meses, que se conocen de antes de ser unas y nacer dos.

Retrato de las niñas ‒la rosa, la caléndula‒, y de sus padres, distintos también en caracteres y comportamientos.

El lenguaje. Su comprensión y su adquisición. Su íntima asunción. Su necesidad para presentarse y declararse al mundo. Las niñas no saben leer. Ni escribir. Pero saben que las palabras son, y serán, su identidad. El lenguaje es el yo. El tú. El nosotros de la vida.

Por eso Marigold está escribiendo en su memoria su primer libro. Sus primeras palabras del mundo. Los nombres de las primeras cosas que conoce: Rose, madre, padre, cuna, oso, escalera, gatear...


martes, 24 de octubre de 2023

Fruta de sartén

Tardes breves de otoño, oscuras de viento y de lluvia. Mejor en víspera de festivo, sin el horizonte de la escuela al día siguiente. La celebración ruidosa, alegre, cuando mamá asiente y la seguimos a la cocina.

El agua templada, la mezcla sin grumos, amasar sobre el hule de la mesa. El rodillo o la botella de cristal untados de aceite. Extendida la masa como la suela de un zapato, en una lámina fina con los extremos curvos, los cortes transversales con el cuchillo, y a la sartén las porciones, donde muchas ‒las que más te gustan‒ se pujan como pompas. Cuando tienen el color del oro nuevo, como hojas otoñales, a la fuente y espolvoreo con azúcar. Hermosa y crujiente estampa que desaparece en un santiamén. Para entonces ya se ha echado la noche.

Meterse luego en la cama y dormir como un bendito.

Tardes lejanas de lluvia y viento. Tardes breves, crujientes, de otoño y sopaipas


miércoles, 18 de octubre de 2023

Sobre la redondez y la generalidad de los conocimientos

 


Días atrás, con la compra de nuevas estanterías para nuestra biblioteca doméstica, hube de mover y reubicar libros. En el trasiego aparecieron los volúmenes de la enciclopedia Espasa abreviada, que desde los primeros setenta se alineaban en el mueble bar del salón de la casa de mis padres. Desde que me los traje de Córdoba, han estado en el rincón más alto e inaccesible de los estantes, de manera que solo podía alcanzarlos con una escalera. Les quitaba el polvo de vez en cuando y abría un volumen al azar, como acostumbrábamos mi hermana y yo desde que mi padre se presentó un día con ellos: americanismos (sanaco), traducción de palabras a otras lenguas (guérir, sanare, To heal, Heilen), sintéticas biografías de jurisconsultos, ingenieros, escritores y polígrafos, mapas, ilustraciones de plantas (tamarindo), batallas famosas, navegantes y fundadores, fotografías de lugares remotos (valle de Uspallata), retratos de reyes, compositores, sabios, economistas, botánicos, pintores y arquitectos, generales, santos, pedagogos, toreros, cardenales y matemáticos, artículos y mapas de Venezuela, Suecia o Turquía. En fin, un saber general, universal, sobre las más diversas materias y ámbitos de la realidad: náutica, lingüística, gramática latina, antropología, pesos y medidas, química, minería, deportes, sociología, retórica, prehistoria, silvicultura… El saber reunido, ordenado, al alcance de cualquiera que supiera leer, mujer, hombre, adolescente o senescente.

El enciclopedismo, es decir, el hecho de ordenar y limpiar los saberes desde una perspectiva racional, expurgada de teologías, supercherías y falsas premisas supuso la democratización del saber, el acceso universal al conocimiento objetivo, científico, de la realidad. Además de en la escuela pública, yo me eduqué en la asiduidad de las enciclopedias. A las dos debo buena parte de lo que sé, de lo que soy. De lo que aspiro a ser.

Por eso, desde hace unas semanas, cada vez que entro o salgo de mi estudio y veo los volúmenes alineados de la Espasa, tres de ellos con el lomo rígido y separado de la cubierta, me pregunto qué voy a hacer con ellos. ¿Llevarlos al contenedor de papel y que después de que el molino los haga pulpa acaben convertidos en un paquete de folios, en un cuaderno, en una resma dispuesta para la imprenta? No estaría mal esta reencarnación papelera, esta especie de metempsícosis o transmigración literaria, pero como no puede uno controlar el proceso de reciclaje, bien podrá ser que la Espasa acabe de forma menos gloriosa, transformada en una caja de cartón, en bolsas para el pan, en cartulina para manualidades o en prácticos pañuelos de papel…

Mientras escribía estas líneas llamó por teléfono un amigo que levanta casa y se traslada a Asturias, para preguntarme qué podía hacer con una porción de sus libros ‒novelas y estudios históricos‒ que no llevará al norte. [La biblioteca municipal sólo acepta donaciones de dos libros por persona: las estanterías de la sala de lectura apenas pueden acoger más ejemplares, igual que un almacén que se habilitó hace cuatro años como depósito de enciclopedias, manuales de informática, colecciones de historia y publicaciones antiguas que nadie ha consultado nunca.] Dije a mi amigo que yo mismo tenía ese problema. Le di tres alternativas: el contenedor; venderlos al peso, práctica imposible en el pueblo por falta de compradores de libros, como los de Madrid, que luego los llevan al Rastro; dejarlos expuestos en un lugar público para que la gente interesada se lleve a casa los que quiera. Sí, en algunas casas, en algunos casos, los libros se convierten en un problema por la falta de espacio.

A ello se une el asunto afectivo, sentimental, la relación que uno ha tenido con esos libros, las muchas veces que ha abierto esos volúmenes por puro gusto, o para preparar trabajos escolares, con ese compacto, ciclópeo muro azul, negro y dorado que conformaban los volúmenes en el estante del mueble bar, un muro tras el que nos aguardaba el conocimiento de la realidad en su maravillosa y sorprendente diversidad, un muro de papel y palabras con el que aprender y soñar mientras observábamos el mapa de China, la reproducción de un cuadro de Zuloaga, la estructura de una dinamo, el busto de Nefertiti o una preciosa colección de mariposas. Un muro tan fácil de superar como alargar la mano, abrir un volumen y comenzar a leer, a mirar, a conocer.

Cuatro semanas lleva la Espasa sobre la cómoda esperando sentencia cuando he caído en la cuenta de la relación familiar entre tres palabras aparecidas en estas líneas: ciclópeo, reciclaje, enciclopedia. La etimología nos depara con frecuencia interesantes descubrimientos de consanguinidad léxica, sorprendentes nexos biológicos entre palabras que nunca se nos ha ocurrido emparentar. La raíz de ‘ciclópeo’ es la palabra ‘cíclope’, ese ser gigantesco de la mitología griega, que “de un solo ojo ilustra el orbe de su frente”, como gongorizó don Luis, siendo, a su vez, raíz de ‘cíclope’ el sustantivo kúklos, que en griego designaba una rueda, un círculo, por lo que ‘cíclope’ vendría a significar ‘con un ojo circular’. El de la Espasa, aun siendo la versión abreviada ‒la no abreviada constaba de 70 volúmenes más los apéndices‒, era un conocimiento gigantesco, por lo inaprensible que resultaba para una persona todo el saber contenido en la enciclopedia, aportaba una vastísima información, y por ahí viene el sentido metafórico de ciclópeo: gigantesco, excesivo o muy sobresaliente.

El concepto circulatorio, de proceso que vuelve sobre sí mismo, como pescadilla que se muerde la cola o uróboros, es el que aparece en el concepto, y en la palabra ‘reciclaje’: lo usado, después de un proceso, vuelve a usarse; el ciclo del agua. La noción de redondez, de circularidad, se sigue manteniendo, los ojos redondos de los cíclopes están presentes en todos los procesos de reciclaje. Y vayamos finalmente a nuestra tercera palabra, ‘enciclopedia’, cuyo elemento central ‒ciclo‒, apunta a lo redondo, a lo cíclico, es decir, a lo que se repite cada cierto tiempo; junto a la preposición en- y el sustantivo paideía (educación de los niños), se refería primero a la colección de libros necesarios para la educación general ‒redonda, colectiva, para todos ellos‒ de los niños y ya modernamente a la “obra en que se recogen informaciones correspondientes a muy diversos campos del saber y de las actividades humanas”.

Enciclopedia, cíclope, reciclaje, trinidad léxica referida a un proceso, a un ser fantástico y a un tipo de libros, con el hilo común de la circularidad, y que en el caso de la enciclopedia se enriquece emocionalmente, pues trae consigo memoria de mi adolescencia, de mis padres todavía jóvenes, de mí y de mis hermanas en el salón de casa, hojeando cualquier volumen de la enciclopedia mientras en el pick up sonaban canciones de Adamo o de Los Bravos. No creo que el recuerdo de aquellas escenas desaparezca o pierda nitidez si no tengo a la vista la enciclopedia, pero uno es un sentimental y, después de diez años con ella en casa, siente cierta pesadumbre al imaginar la escena: con nocturnidad y alevosía llegará al contenedor azul, y uno a uno arrojará al interior los volúmenes, invocando a los dioses que la pulpa de la Espasa abreviada alcance un destino digno en su próxima vida reciclada.

viernes, 15 de septiembre de 2023

La Asociación Triángulo Azul lleva la memoria del torrecampeño Rufo López Romero al campo de concentración de Gross-Rosen


En honor de todas aquellas personas que pasaron por el campo de concentración nazi de Gross-Rosen (Polonia), en especial para el deportado torrecampeño Rufo López Romero y todos sus descendientes. Honor y Gloria.



Era una mañana soleada del pasado mes de agosto, después de una noche lluviosa, cuando partimos hacia el campo de concentración nazi de Gross-Rosen en Polonia. Llevábamos mucha ilusión por verlo y por la expectación ante lo que iba a ocurrir, ya que además de querer visitarlo, íbamos como delegación de la Asociación Triángulo Azul Stolpersteine de Córdoba, a la que pertenecemos Juan Carlos y una servidora. Al paso por el pueblo el nerviosismo crece, más si cabe, cuando ves una vez más los campos de maíz, característicos de los alrededores de los campos concentracionarios. Todavía no me explico el porqué de estos campos cuando a los internos nunca los alimentaron con este producto.

Llegamos más o menos a la hora acordada y nos dirigimos al punto de información donde se encuentra nuestra anfitriona, Silvia, una mujer super agradable que se desvive por ayudarnos ante nuestro inglés hispánico. Nos dice que habla un poco de español y que sabe quiénes somos pues nos esperaban. Allí les decimos que queremos hacerle entrega de tres libros editados por nuestra asociación, y un cartel pedagógico muy especial, dirigido a nuestro querido Rufo López Romero y a sus familiares, y de paso honrar a otros republicanos cordobeses y españoles que pasaron por allí. Rufo era natural de Torrecampo, Córdoba, republicano que tuvo que huir como tantos miles hacia Francia una vez perdida la Guerra Civil Española, donde lo esperaron numerosos campos de concentración y de internamiento como Argelès Sur Mer o Septfond. Rufo era un deportado Nachte und Nebel, Noche y Niebla, o sea, un condenado a desaparecer por el régimen nazi por pasar a la resistencia armas y munición.

En la estrategia para hacerlos desaparecer, llega a Polonia, al campo de Gross-Rosen, un 10 de mayo de 1944, donde permanece nueve meses hasta que lo deportaron al campo de Mittelbau Dora. Finalmente, las tropas norteamericanas lo liberaron en 1945. Sobrevivió gracias a su oficio de herrero pero solo pesaba 40 kilos. No queremos pensar lo que pasaría por su mente. Tras la liberación, consigue reunirse con su esposa en Perpiñán y vive con sus hijos Tomás, Juana Josefa y Carmen en Francia el resto de su vida.



Gross-Rosen se estableció en el verano de 1940 como un satélite del campo de Sachsenhausen, convirtiéndose en un campo independiente el 1 de mayo de 1941. Al principio, el trabajo se hacía en la gran cantera del campo, propiedad de la empresa de las SS Deutsche Erd- und Steinwerke GmbH. Cuando el complejo creció, muchos presos trabajaron en la construcción de las instalaciones del campo.

Gross-Rosen era conocido por el tratamiento brutal de los presos NN ( Nacht und Nebel), especialmente en la cantera. El trato inhumano de los presos políticos y de los judíos no se debía sólo a los SS y a los presos delincuentes, sino en una medida menor también a alemanes civiles que trabajaban en la cantera. En 1942, el tiempo medio de supervivencia para los prisioneros políticos era menos de dos meses. Debido a un cambio en las políticas, en agosto de 1942 los prisioneros estuvieron más tiempo porque se les necesitaba como trabajadores esclavos en la industria alemana. Por eso, los prisioneros que no podían trabajar y que no morían en cuestión de días eran enviados a Dachau en lo que se llamaban transportes de inválidos.

En el momento de mayor actividad en 1944, el complejo de Gross-Rosen llegó a tener hasta

sesenta subcampos, situados en el este de Alemania y en la Polonia ocupada. En su fase final la población de los campos de Gross-Rosen representó el 11% en el conjunto de los campos nazis en aquel tiempo. Un total de 125.000 personas de varias nacionalidades pasó por el complejo a lo largo de su existencia y de ellos cerca de 40.000 murieron allí o en transportes de evacuación. El campo fue liberado el 14 de febrero de 1945 por el Ejército Rojo.

Un total de más de 500 guardianas femeninas del campo fueron entrenadas en el complejo de Gross-Rosen. Las mujeres SS tuvieron a su cargo los campos de mujeres de Brünnlitz (situado en Checoslovaquia, en la ciudad de Brünnlitz, el lugar donde los judíos salvados por Oskar Schindler estuvieron internados), Graeben, Gruenberg, Gruschwitz Neusalz, Hundsfeld, Kratzau II, Oberalstadt, Reichenbach, y Schlesiersee Schanzenbau.

Silvia no dudó ni un momento y nos dirigió al memorial del museo, situado en la antigua cantina de los SS, hoy en día convertido en una maravillosa exposición permanente. En su interior nos espera Marta, nuestra guía de habla inglesa, ya que solo tienen de este idioma y de polaco. Hacemos la entrega y las fotos pertinentes y con gran amabilidad nos explica la exposición y los entresijos de todo el campo a través de una maqueta grandiosa existente en el interior. Después escribimos una dedicatoria en el libro de firmas en nombre de nuestra asociación y de nosotros mismos.

En la exposición se puede ver además de la maqueta, unas vidrieras preciosas de distintos colores que representan el dolor de los deportados con sus trajes a rayas azules, parte de un gran archivo conservado, así como el funcionamiento cotidiano de las mujeres y hombres internados, los materiales que utilizaban para los trabajos forzados, etc. Finalizado este recorrido nos vamos camino del campo en sí.

A lo lejos se abre un camino largo, hasta que llegas a la portada característica de los campos nazis, donde no falta el letrero de Arbeit Macht Frei, el trabajo os hará libres. Ya empieza a encogerse el corazón. A los lados dos barracones con exposiciones de lo que fue el período nazi y el funcionamiento del campo. A la derecha antes de cruzar el umbral, un enorme monolito que representa la extenuación y el trabajo forzado hasta límites insospechables, seguido de dos vagonetas en unos raíles con piedras de granito. Detrás de este monumento se alza una escalera en donde te abren paso enormes piedras para acabar en la cantera. El camino hacia la cantera es inmenso. Cuando vuelves la mirada, también ves el inmenso campo concentracionario. Vas pasando por unas garitas de control de trabajadores originarias y hay un sistema de escaleras y vagonetas al fondo, hoy en día de exposición ,pero que dan un poco de pánico pensando en lo que tuvo que ser. La cantera emana agua clara todavía y existen unas máquinas para sacarla y drenarla. Alrededor de la cantera se observa perfectamente el camino que utilizaban para llegar en un día de trabajo y para la vuelta al campo, tanto para los presos como para los militares. Eran puertas diferentes, tan diferentes que observas que los presos tienen que subir cuestas y cuestas y los militares salen por la principal que es por la que hemos entrado y es más llana. Recogemos algunas piedras de granito como recuerdo. Solo se escucha el silencio, los pájaros y las explosiones de canteras a lo lejos que te asustan un poco. Alrededor de toda esa zona nos damos cuenta de que predomina la explotación de granito, mármoles, etc. Viven de ello desde tiempos inmemoriales.

De regreso de la cantera observamos las alambradas y los postes donde un día todavía no lejano se tiraban presos del pánico para acabar con sus vidas los deportados. Y cruzamos el umbral. Se abre a lo largo la típica plaza principal o Appellplatz, realizada entera de bloques de piedra de granito. En la trasera de la puerta un gran reloj. Todo está en silencio, un matrimonio con sus dos hijos y unos audios escuchan atenta y sigilosamente, otro grupo también lo visitan, Juan Carlos realizando vídeos y fotos con su móvil, yo, más adelante, cámara en mano, leyendo letreros y entrando a los espacios. La plaza es más estrecha porque el campo está en la ladera de la cantera. A nuestro paso vemos un edificio que eran las cocinas del campo, donde se observan los lavaderos y algunos restos para colgar los utensilios, son muy grandes. A continuación, los blocks o barracones, todos delimitados, aunque derribados, numerados en orden, rellenos de piedras de granito, con sus correspondientes números y perfectamente cuidados, bueno, todo el campo está pulcro y limpio y perfectamente estructurado y detallado. Una vez más recojo piedras para el recuerdo porque son más oscuras.

Continuando el camino, a lo lejos se divisa un espacio lleno de paz y armonía. Tengo que reconocer que no he visto un lugar más bonito y a la vez más tenebroso. Son los crematorios y el memorial con las lápidas. Estas descansan sobre el césped colocadas armoniosamente y arropadas por un árbol como el de la vida, pero seco en su totalidad representando la muerte. Las lágrimas caen por nuestras mejillas y se hace una vez más un silencio sepulcral. El crematorio que queda en pie está perfectamente adecentado y en su espalda, al fondo, se divisa una garita de madera.

Bajamos hacia los barracones que quedan construidos y te encuentras un grandioso monolito

erigido por Polonia en honor a todas las víctimas de todas las nacionalidades que pasaron por el campo. Los barracones están compuestos por las camas, sillas, mesas y literas donde estaban internados, así como los baños, si se puede llamar así, existentes. También hay fotografías y pinturas representativas. La verdad es que salimos maravillados de tan bonita representación. Al lado, en el fondo, se erige una cruz con espinas de los mártires.

Y estamos volviendo a la puerta por la plaza principal donde formaban, seguimos viendo blocs y seguimos en silencio. Cuando cruzo la puerta de vuelta pienso en como un lugar tan precioso pudo ser tan terrorífico en tiempos no tan pasados, a dónde llega la deshumanización del ser humano, cómo existen personas tan locas, y que me ha gustado incluso más que otros campos que he visto, porque en el silencio de la visita, ese silencio me lo ha explicado todo a la perfección.

Hacemos una parada en un enorme salón para refrescarnos del calor y beber algo de las máquinas expendedoras, ir al baño y salir. Entre tanto hay una máquina de hacer monedas pero no llevamos suelto. Juan Carlos se dirige a Silvia para ver cómo podemos pagarlas. Manda a su hijo a sacarnos una moneda y nos la regala. Los polacos son hospitalarios y atentos. Nos despedimos en la puerta de Silvia y le damos las gracias inmensas por todo y continuamos nuestro viaje.



“Vivimos tanto tiempo, mientras uno se acuerda de nosotros” (Stanislaw Zalewski)



Francisca Gálvez Pancorbo

Visita 18/08/2023