Un gacetillero filántropo me dice que la
soledad es mala para el hombre, y para apoyar su tesis cita, como todos los incrédulos,
palabras de los Padres de la Iglesia.
Sé
que el Demonio frecuenta gustoso los lugares áridos, y que el espíritu criminal
y lúbrico se inflama maravillosamente en las soledades. Pero sería posible que
esta soledad solamente fuese peligrosa para el alma ociosa y divagante, que la
puebla con sus pasiones y quimeras.
Es
cierto que uno de esos charlatanes cuyo máximo placer es hablar desde lo alto
de una cátedra o de una tribuna, correría grave peligro de convertirse en un
loco furioso en la isla de Robinson. No le exijo a ese gacetillero las
valerosas virtudes de Crusoe, pero le pido que no acuse a los amantes de la
soledad y del misterio.
En
nuestras especies de charlatanes hay individuos que aceptarían con menos ascos
el mayor tormento si se les permitiera lanzar desde el patíbulo una buena
arenga, sin miedo a que los tambores de Santerre le cortasen intempestivamente
la palabra.
No
los compadezco, porque adivino que sus efusiones oratorias les procuran goces
semejantes a los que otros obtienen del silencio y del recogimiento; pero los
desprecio.
Deseo
ante todo que mi maldito gacetillero me deje divertirme a mi manera. “¿No
sientes nunca —me pregunta con un tono nasal muy apostólico— la necesidad de
compartir tus alegrías?” ¡Vaya con el sutil envidioso! ¡Él sabe que desprecio
las suyas y viene el repugnante aguafiestas a insinuarse con las mías!
“¡La
gran desgracia de no poder estar solo!”, dice en alguna parte La Bruyère, como
para avergonzar a todos los que corren a olvidarse en la multitud temiendo, sin
duda, no poder soportarse a sí mismos.
“Casi
todas nuestras desgracias nos vienen de no haber sabido quedarnos en nuestro
cuarto”, dice otro sabio, Pascal, Creo, llamando así a la celda del
recogimiento a todos los insensatos que buscan la felicidad en el ajetreo y en
una prostitución que podría llamar fraternitaria,
si quisiera hablar la hermosa lengua de mi siglo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario