En griego
clásico, el arjéion (ἀρχεῖον) era el edificio en
que los magistrados de Atenas deliberaban, legislaban y procuraban el buen
gobierno y prosperidad de la ciudad. La palabra es hija del verbo árjo (ἄρχω), que significa ‘ser el
primero, mandar, gobernar’, y comparte origen con arconte,
jerarca, anarquía o monarquía, y con arcaico, arqueología o arquetipo, términos en los que al
concepto de autoridad, de poder, se une el de comienzo, origen, principio y
fundamento de algo. En el arjéion, no
lo olvidemos, se guardaban, debidamente custodiados y clasificados, los documentos emanados por la magistratura,
que daban fe de los muy diversos avatares de la ciudad.
Los romanos
adoptaron la palabra y la adaptaron a su alfabeto, transformándola en archium, que en latín tardío se
convertiría en archivum, madre de
nuestro ‘archivo’, vocablo que remite en primer lugar al “conjunto ordenado de
documentos que una persona, una sociedad, una institución, etc., producen en el
ejercicio de sus funciones o actividades”, y en segundo término al edificio donde
se conservan dichos documentos.
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El archivo
municipal de una villa como la nuestra guarda el ser del demos, de la gente, del pueblo. Conserva documentalmente su
espíritu, su identidad, su peculiaridad a lo largo de los siglos. Los miles de
documentos del archivo municipal de Torrecampo son más que suficientes para
trazar un retrato del alma de sus habitantes desde sus orígenes. Un retrato
completo, y complejo, por la perspectiva poliédrica desde la que realizarlo: número
de vecinos, de animales para la labor, de cerdos sacrificados, de mayores
contribuyentes, de familias pobres, de carros, enfermedades contagiosas, iglesias,
párrocos y ermitas, caminos, propiedades públicas y privadas, autoridades
municipales, robos, hurtos, muertes, establecimientos comerciales, fondos de
trigo y de cebada, presupuestos, cupones de abastecimiento, libros de actas,
infraestructuras del municipio, facciones y partidos políticos, festividades
religiosas, celebraciones paganas…
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En la caja número 807 del
archivo municipal, el expediente 88 es uno de esos documentos en apariencia intrascendentes,
que sin embargo contiene valiosa aportación. Se trata de un pliego de papel pautado
de una raya que forma un cuadernillo de cuatro páginas de tamaño folio, y de un
folio blanco también plegado en dos hojas tamaño cuartilla. En la primera
cuartilla, leemos una columna de texto manuscrito que ocupa la mitad derecha,
continúa en la siguiente página y remata en la tercera. He aquí su contenido:
Con esta
fecha, tengo
el honor de
elevar a U.S.
la adjunta
memoria de
fin de curso
de esta escue
la de mi cargo,
según determina el
RD de 5 de
mayo de 1913
y demás dis
posiciones poste
riores.
Lo que le
comunico pa
ra su cono
cimiento y de
más efectos.
Dios
guarde
a U.S. m. a.
a U.S. m. a.
Torrecampo,
20 julio 923.
La
Maestra
Manuela
Polo León.
La notificación, escrita
con una caligrafía de trazos claros y seguros, está dirigida al Sr. Presidente
de la Junta Local de 1ª Enseñanza de esta villa.
(Continuará)
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