Mira. Presta atención. Ten paciencia.
Hasta que obre el portento: la gracia del lirio silvestre suavemente mecido al sol de la mañana, la bandada de jóvenes jilgueros en vuelo monte abajo, los saltitos del petirrojo bajo el brezo, el perfume del enebro y de la jara esparcidos por la brisa. Los pueblos en lontananza...
La luz da vida.
A ti también.
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