1
2
Los antiguos griegos también tenían su Lepe, o su Fernán Núñez, es decir, el lugar típico, tópico, para sus chistes de aldeanos y campesinos. Ante los cultos y refinados señoritos atenienses, los habitantes de la región de Beocia, cuya capital era Tebas, pasaban por palurdos ignorantes, gente zafia y sin instrucción, y así, con esa acepción despectiva, figura el adjetivo «beocio» en nuestro diccionario académico: ignorante, estúpido, tonto.
La Beocia era una región de economía agrícola. En Atenas, en cambio, prosperaban los comerciantes. Además del tópico clásico, que contrapone la vida en la aldea y la vida en la ciudad, en este menosprecio ateniense por los beocios interviene un componente ideológico y quizá una revancha, un desquite, por la actitud de sus vecinos en el pasado. Lo ideológico tiene que ver con el conservadurismo beocio, con su apego a la tierra, con su filisteísmo, con su renuencia al cambio, a lo novedoso, como prueba que Beocia adoptara la democracia dos siglos más tarde que la región ateniense. En cuanto al desquite, los atenienses consideraron a los beocios unos traidores a la causa panhelena, cuando se creó la liga de ciudades, capitaneada por Atenas, para enfrentarse al invasor persa. Los beocios se avinieron con los persas precisamente para que estos no acabaran con sus cultivos. De ahí los chistes de los atenienses sobre la torpeza y cerrazón mental del beocio, que ha perdurado hasta nuestros días.
En descargo de Beocia, digamos que no resultó tan ignara como los atenienses la pintan, pues allí nacieron poetas como Hesíodo, Corina, Píndaro o Plutarco, y el general Epaminondas, quie llevó a Tebas a su máximo poderío y esplendor. Beocio —tebano— es asimismo el ciclo temático que sirvió de inspiración a Esquilo, Sófocles y Eurípides para sus tragedias sobre las guerras tebanas o sobre el desdichado rey Edipo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario