jueves, 13 de febrero de 2025

La maleta de Max (2)

 Ya instalados en Jafa, Max Brod sigue escribiendo y es contratado como director del teatro Habima, especializado en dramaturgia hebrea, pero no desatiende la labor emprendida en Praga de dar a conocer la obra de Kafka, especialmente el proyecto de publicación de sus obras completas en 11 volúmenes a cargo de la editorial Shocken Books, establecida en Nueva York, propietaria de los derechos de publicación de Kafka desde 1939.

Consciente del valor del material kafkiano atesorado en aquella maleta negra que viajó con él desde Praga, y para garantizar su seguridad y conservación, Brod se dirigió en primer lugar a la Biblioteca Nacional Universitaria de Jerusalén, cuyo director, Gotthold Weil, otro judío de Berlín en la diáspora, declinó inicialmente la oferta —¿Quién es ese judío checo que escribe en alemán?— excusando estar desbordado por otros archivos que preservar. Cuando Weil estuvo en condiciones de aceptar el ofrecimiento de Brod, éste ya había llegado a un acuerdo con Salman Shocken (sí, miembro de la familia Shocken, propietaria de los derechos de edición de la obra de Kafka, y del periódico Haaretz, que se citará más adelante), para guardar temporalmente los manuscritos kafkianos en su biblioteca personal.

La vida volvía a latir optimista. Max Brod se entregó a su trabajo en el teatro, Elsa volvía a traducir. La guerra los rondaba, los nazis andaban por todas partes, pero en Palestina se sentían lejos de la persecución, a salvo de Auschwitz y Theresiendstadt. Los Brod recuperan poco a poco su vida social y conocen a otras familias judías checas en sus mismas circunstancias.

La edición de las obras completas de Kafka estaba en marcha. Del proyecto iniciado en 1950, Max Brod vería la aparición de 10 volúmenes, además de las Cartas a Milena (1952) y un volumen de Relatos en el mismo año; Descripción de una lucha (1954), Cartas a Brod (1958), Cartas a Ottla y a la familia (1962), Cartas a Ernst Rowolth y Kurt Wolff (1966), los editores de Kafka en vida, y finalmente las Cartas a Felice, aparecidas en 1967. Podía decirse que la mayor parte del legado de Kafka estaba salvado de la quema, conservado y publicado en Europa y Estados Unidos, en alemán y en inglés. Max Brod debía de sentirse satisfecho de su trabajo y de que su amigo Franz Kafka fuese conocido y reconocido como uno de los grandes escritores del siglo XX.

En 1942 murió Elsa Taussig, la esposa de Brod, que con 60 años y problemas de salud entró en un periodo de abatimiento y soledad del que lo ayudó a salir la familia Hoffe: Otto, director de una fábrica en Praga, su esposa Esther, y sus dos hijas, Ruth y Eva, de siete y cinco años cuando llegaron a Jafa el mismo año 1939. Brod había conocido a Esther en las clases de hebrero en que ambos se inscribieron a su llegada a Palestina. Enseguida hubo sintonía entre el recién viudo y los Hoffe, que lo acogieron como de la familia. Esther, 22 años más joven que Brod, se convirtió en su secretaria, y éste en segundo padre de las niñas, a las que cuidaba, leía cuentos y llevaba a los ensayos en el teatro Habima.

El matrimonio Hoffe y Max Brod se hicieron inseparables. Esther pasaba horas en el piso de Brod leyendo, clasificando y preparando los papeles de Max para su edición. Los tres iban juntos a estrenos teatrales, a cafeterías y restaurantes, viajaban al extranjero: «Eran mas felices cuando estaban juntos —recordaba Eva Hoffe1—, mantenían unas relaciones armoniosas, había amor entre mi madre y Max, entre mi padre y mi madre, y entre mi padre y Max». Pronto empezaron las miradas oblicuas, los comentarios sottovoce, el chismorreo: «Y aunque hubiera algo, ¿qué más da? Todos vivían en paz juntos», concluye Eva Hoffe, sobre una relación que más de una de las páginas consultadas para este trabajo dan por mantenida, al hablar de una relación sentimental entre Brod y su secretaria, de un menage à trois, o de un estrecho vínculo más allá de lo profesional.

No ahondaremos ni juzgaremos el asunto, aunque pronto veremos el importante papel de la secretaria en la transmisión de los papeles de Kafka.

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1 Entrevista concedida en 2016 a Ofer Haderet, publicada en el diario Haaretz, 5 agosto 2018.


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