jueves, 4 de diciembre de 2008

Una tarde en la bolsa

La tarde se va cumpliendo. Garabatean los pájaros en la pizarra del cielo. El viento bate en las copas del olmo y los almendros. Junto a un buzón de correos unos muchachos piruetean con sus bicicletas. Otro grupo juega a las cartas en las escaleras del colegio. Por la carretera, un rosario de coches y camiones.
Hace rato que el viento juega con una bolsa de plástico: la lleva de acá para allá, arrastrándola, elevándola, en una danza de movimientos arrebatados; hinchada como vela de galeón, unas veces arriba al pie de una farola o al centro de un remolino que la hace girar y ascender por el aire; otro embate la deposita en el breve arriate de un arbolillo o la deja pegada al zócalo del quiosco de los churros; de nuevo en el suelo, se le acerca un niño y la calza como fantástica bolsa de siete leguas, pero pronto abandona el juego, se tumba bocarriba en un banco y se entretiene con el vuelo de los pájaros.
La bolsa se aleja hasta la carretera y la veo perderse enganchada al tubo de escape de un coche. En ese preciso instante, un poderoso rayo de sol se abre paso entre las nubes y esparce una luz cegadora. Tras breve fulgor, las nubes abrieron de nuevo sus fauces y la tarde volvió a ser plomiza. Los muchachos de las bicicletas desaparecieron calle abajo, la timba de la escalinata se ha esfumado. Nadie en los bancos. Ni coches ni camiones por la carretera. Donde hace un momento bullía la diversa cotidianeidad de una tarde cualquiera, ahora se ha instalado el silencio y la soledad. Alternancia, variabilidad, cambio, mutación. Ese es el ritmo de la vida.
La escena me ha llevado a pensar en el destino caprichoso y la variable fortuna, y hasta en las hojas volanderas y errantes del otoño. La circunstancia ha querido que la poética y simbolista hoja otoñal sea esta tarde la bolsa de plástico de un supermercado. Ambas son la misma cosa en sí: representación de nuestra vida, agitada por los hilos de un titiritero al que nunca le oiremos una explicación sobre los tumbos que nos hace dar.

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