Entre el cielo gris
lluvia de la tarde
una cinta de luz
anaranjada
brilla en lo más alto de
los tejados.
Allí, cuerpo negro,
amarillo pico,
llega en vuelo el mirlo,
bate sus alas
y lanza al aire su
sinuoso silbo.
Embellece la escena, os
lo juro,
un perfecto, deslumbrante
arco iris
que desaparece como ha
nacido.
Siento instalarse la
calma en mi pecho.
Ensimismado en las
hermosas luces,
veo la música hacerse
silencio,
adentrarse el vuelo en la
oscuridad,
fraguar en poema el
canto, la luz.
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