Limpia llegó
el alba
desde el sueño.
Con sus cosas.
Con sus rosas.
La mañana
cortó distancias:
mirar las sierras
era tocarlas.
Vino tibia
la tarde,
sin rocíos en las hierbas,
cálida y
transparente.
El anochecer
trajo campanas,
limpio silencio.
Y estrellas.
A la noche
vendrá el amor.
jueves, 7 de agosto de 2008
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