Hoy no habré fumado. Escribo esto cuando el día 18 de julio del año 2005 lleva contados una hora y cincuenta y siete minutos. Es una fecha infausta en este país. En la historia nacional está subrayada por el hito de todos los muertos que provocó el ardor fascista de Francisco Franco Bahamonde, el comandantín que no quiso respetar la voluntad de los españoles que pensaban de manera distinta a la suya. En mi biografía será una fecha fausta: he dejado de fumar. Qué casualidad de fechas. Sin duda que a Italo Svevo, el de La conciencia de Zeno, le hubiera gustado el fetichismo de la coincidencia. Dos 18 de julio separados por 69 años. Los guarismos acordes. La numerología fabulada. La vida después del 18.
La mañana ha pasado más tranquila de lo esperado. Ganas moderadas de encender un cigarrillo. Para desterrarlas, he personificado a la nicotina, la he convertido en una madame, en una mala mujer a la que he repudiado y a la que expulso de mi pensamiento en cuanto aparece. Es el método Zeno-Svevo: no debo combatir el vicio de fumar, sino olvidarlo.
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