jueves, 31 de julio de 2008

Desintoxicación tabáquica ...


Debo dejar los cigarrillos. Si lo anoto aquí es porque voy a intentarlo definitivamente y para siempre. Creo que un control de este puto vicio me serviría de ejercicio de autocontrol, algo que pocas veces he logrado en mi vida. Ya estoy harto de llegar a las cosas por casualidad y no por voluntad.
Lo dicho: tanto tabaco me perjudica. He de arriar velas.

. Primer ejercicio de autocontrol: fumaré un cigarrillo tras una buena sesión de lectura. Crónica del alba me servirá.

. Segundo día: domingo. Hace poco ha sonado el último toque para la misa de doce. Por el balcón entra una brisa suave y retozona que hace soportable el recalentamiento del granito de las calles y de las paredes de la casa. Ganas de fumar.

. Día tercero: más de una vez pienso que la vida me ha ido poniendo capas, una encima de otra, como si de una vulgar cebolla se hablara, de manera que conforme pasa el tiempo voy siendo más cebolla y menos yo. Sí. Creo que muchas cosas nos van revistiento poco a poco, originando así una especie de coraza. Así es como nos vamos alejando cada vez más de nuestra manera de ser más pura y descontaminada.
No me parece gratuita esta comparación entre personas y cebollas. Solemos tener muy buen concepto de nosotros mismos, nos consideramos adultos maduros, equilibrados, buenas personas, en suma, para esta merienda que es la vida. Pero basta apretar un poco la cebolla entre nuestras manos para comprobar que la frágil capa de oro que la cubre, se desmenuza y desaparece entre los dedos. Si seguimos manipulando, lo único que conseguiremos serán lágrimas y un fuerte escozor de ojos.

. Cuarto día: cada día que pase sin fumar será como quitarle una capa a la negra cebolla de mis pulmones. He de llegar hasta mi cebolla elemental. Ganas de fumar.

. Quinto día: cuando deje los cigarrillos al día le crecerán horas y minutos. Estoy seguro. Ganas de fumar.

. Día sexto de la Pasión: tremendas ganas de fumar después de la cena.

. Día séptimo: maldito vicio. Casi a punto de encender uno.

. Día octavo: claudicación.

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