Estamos a 2 de febrero, miércoles. Un día radiante y cálido. Llevo tres semanas de fumeteo compulsivo: dos paquetes diarios. Esto es una recaída.
Domingo, 14 de marzo. Otra escaramuza para la retirada definitiva. Es una idiotez fumar como lo hago: todas las horas, todos los cuartos y todas las medias del día con un cigarrillo en los labios. Con razón se me podría llamar, como a uno de Torrecampo, Pepito El Cigarrito.
Uno ya no cree en la función social del tabaco. Quizá antes la tuviera. Liar el cigarro y fumar era un alto en la faena. Y si se tenía compaña, un poco de conversa sobre esto y lo otro. Mi fumar no es parada en el camino, un humear pausado y relajante, reflexivo, sino continuo fumar, para qué hacer un alto si se puede fumar andando. Esa es la extremosa adicción, la excusable ceguera: la voluntad entregada, la continua satisfacción de una necesidad antinatural. Otra humana manera de estupidez…
Domingo, 14 de marzo. Otra escaramuza para la retirada definitiva. Es una idiotez fumar como lo hago: todas las horas, todos los cuartos y todas las medias del día con un cigarrillo en los labios. Con razón se me podría llamar, como a uno de Torrecampo, Pepito El Cigarrito.
Uno ya no cree en la función social del tabaco. Quizá antes la tuviera. Liar el cigarro y fumar era un alto en la faena. Y si se tenía compaña, un poco de conversa sobre esto y lo otro. Mi fumar no es parada en el camino, un humear pausado y relajante, reflexivo, sino continuo fumar, para qué hacer un alto si se puede fumar andando. Esa es la extremosa adicción, la excusable ceguera: la voluntad entregada, la continua satisfacción de una necesidad antinatural. Otra humana manera de estupidez…
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