lunes, 27 de abril de 2020

Descoronavirización


El lenguaje político anda neológico de un tiempo a esta parte, fruto sin duda del empeño por explicar esta inmediata realidad de la pandemia. Nada más ojear los titulares de la prensa virtual saltan a la vista neologismos de toda clase, aunque los más abundantes sean los llamados acortamientos, entre los que se llevan la palma siglas y acrónimos: SARS-COV-2, COVID-19, PCR, ELISA, MERS, PCR, FFP…
Nada hay que objetar al espíritu neologista de nuestras autoridades y de nuestros periódicos, aunque podríamos cuestionar su calidad inventiva, admitiendo al mismo tiempo no entender los motivos que los han llevado a revitalizar palabras que en nuestra conciencia lingüística poseen connotaciones negativas, como ocurre con confinamiento, teniendo nuestro idioma otras voces que, “limpias de connotaciones de castigo o condena” podrían recoger las circunstancias actuales de la población, así cuarentena o  aislamiento preventivo.
Apenas sin tiempo para asimilar la nueva acepción aplicada a ‘confinamiento’ (permanencia de la población en sus domicilios para evitar o disminuir la propagación de una enfermedad contagiosa), debemos asumir su reverso, desconfinamiento. Gran número de voces derivadas en nuestra lengua se forman por prefijación, un procedimiento morfosemántico por el que a una palabra se le antepone otra a la que llamamos prefijo, morfema que no tiene suficiente entidad semántica como para andar solo por el mundo, pero que es de mucha ayuda para los independientes lexemas. En su mayoría se trata de morfemas latinos que, con el paso de los siglos han dejado de tener sentido a nuestros oídos, por lo que los recibimos como un todo morfológico y semántico, que es lo que hacemos al oír obligar (ob-ligar), ad-mirar; sin embargo, son muchos los prefijos que aún reconocemos ligados a una palabra, distinguiendo dos valores semánticos (im + posible / des + alojar / contra + corriente / hiper + mercado), donde el prefijo, aun cuando no sea propiamente una palabra autónoma, tiene fuerza para modificar la base léxica a la que precede.
Este último caso es el de desconfinamiento, deshibernación o desescalada. Son neologismos de reciente hechura, voces derivadas a partir de la confluencia de los prefijos latinos de- y ex-, que, evolucionados, alcanzaron la forma de nuestro productivo des-, el cual, antepuesto a raíces verbales o sustantivas, puede expresar una acción que se inicia en sentido contrario, pero no desde cualquier punto, sino a partir del momento primero, es decir, desde el significado que contiene su forma positiva. No expresa acción contraria, o ausencia a secas —desconfinamiento no es sinónimo de estar fuera de casa, de permanecer en la calle, como deshibernación no alude a unas altas temperaturas, al hecho de pasar calor, ni desescalada simplemente a bajar—, pues nuestro prefijo añade un matiz reversivo, todo un proceso de vuelta, como hizo Ulises, que desviajó hacia Ítaca una vez tomada Troya.
Estos neologismos contiene en su prefijo el sentido de actuar deshaciendo el camino conocido, pero marcando una gradación (desescalada) que sea capaz de subir la temperatura social, económica, cultural, etc. del país, y nos permita el acercamiento (desconfinamiento) real, no virtual, a nuestros seres queridos, a nuestros amigos, a nuestras compañeras y compañeros de trabajo, a nuestros vecinos, a esas personas con las que nos encontramos en las tiendas o que nos cruzamos en las aceras, en nuestros paseos cotidianos. Un simple prefijo, como vemos, tan familiar en nuestra lengua, nos hace comprender que el nóstoi, así lo llamaban los griegos antiguos, el regreso a la normalidad solo será posible si, como Ulises, lo hacemos con decisión y arrojo, con vigilancia y con tenacidad, con astucia, y adelantándonos siempre que podamos a la sorpresa y la adversidad. Sin perder nunca de vista nuestra meta:

España está coronavirizada,
quién la descoronavirizará,
el descoronavirizador
que la descoronavirice
buen descoronavirizador será.

            Salud.
Esther Cortés Bueno
Pérez Zarco

Lascia ch'io pianga

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