jueves, 16 de abril de 2020

Desescalada


(Transcribo a continuación la carta de una lectora, interesada también en la historia de las palabras.)


En Torrecampo, el 15 de abril de 2020
Estimado vecino:
De nuevo me encuentro con otra palabra conflictiva. No pienso por ello que esta crisis esté provocando una revolución total en el lenguaje, pero estarás de acuerdo conmigo en que actúa como revulsivo creativo, reafirmando al mismo tiempo a los académicos en su inmovilismo.
Nunca antes había oído esta palabra derivada de aquella otra, escalada, que el diccionario en su edición digital define como “acción y efecto de escalar // aumento rápido y por lo general alarmante de algo, como los precios, los actos delictivos, los gastos, los armamentos, etc.”. Sin embargo, para mi sorpresa, desescalada no ha nacido en estos tiempos de crisis coronavírica. Más bien podríamos hablar de su puesta de largo. La he localizado en varios artículos médicos de especialidad de hace unos años y, de ahí, tras un silencio documental, en la prensa más reciente, lo que me lleva a pensar que posiblemente fue la ciencia médica la que acuñó el término para un uso muy específico, tomada a su vez del inglés, donde de-escalation significa ‘relajar una situación de crispación alcanzada tras un proceso’, siempre referido a un conflicto violento físico o verbal. Adopción fácil, teniendo en cuenta tanto la coincidencia semántica entre “escalar”, “escalate” y “scale”, como la proximidad fonética, por tratarse en parte de palabras que comparten un origen común, el latín scala, de donde derivan todas estas formaciones modernas.
Hay por la red un sesudo artículo[1], publicado en 2005, que define el término desescalada terapéutica como “una nueva estrategia diseñada con la finalidad de optimizar la utilización de antibióticos en pacientes críticos”, que consiste, si he entendido bien, en ir reduciendo la ingesta de medicación paulatinamente, avanzando y retrocediendo, de forma que pueda controlarse la reacción, normalmente traumática, en los órganos corporales. Desescalar, además, forma parte del léxico recogido por el diccionario digital Termcat[2], del Centre de Terminología[3], en el que es considerado término de especialidad descrito como acción de “disminuir progresivamente en intensidad, un conflicto como consecuencia del restablecimiento de la comunicación entre las partes y la consiguiente bajada gradual de la confrontación, tras un periodo de bloqueo”[4] [última actualización a fecha de 12 de septiembre de 2018]. Desescalada aparece recogido como sustantivo de este verbo.
Así que el término andaba afianzándose en ámbitos científicos y académicos, creciendo sin complejos. Esto me hace pensar que a la Academia, que vela por nuestro buen uso de la lengua, no le había preocupado ese nuevo término en manos de iniciados, o simplemente, desconocía de su existencia. Sin embargo, la fortaleza con la que desescalada se alza hoy en el mundo de la comunicación ha hecho reaccionar a nuestros académicos. Ellos no reconocen a esta hija ilegítima, difamada por ser calco del inglés to escalate, según leemos en un comunicado del 8 de abril[5]. En su lugar, recomiendan las castizas “reducir, disminuir o rebajar”, aunque no son sinónimos que puedan reemplazarla al carecer, por una parte, de la precisión que aporta la nueva palabra: paulatinamente, por escalas. Por otra, porque en mi opinión, en desescalar / desescalada subyace la idea de deshacer algo que había sido escalado, expresa un proceso en descenso posterior a un ascenso previo, en definitiva, contiene una plasticidad visual inexistente en “disminuir, reducir o rebajar”, pues, reitero, la desescalada es un proceso que se inicia tras alcanzar la cima (el pico), cuando se vuelve en busca de un punto de apoyo, en este caso controlado.
Por todo lo anteriormente dicho, creo que el reciente uso de desescalada o de desescalar, aprendido estas últimas semanas en la prensa y en boca de nuestras autoridades políticas y sanitarias, tiene parentesco con el término científico-médico, donde disfrutaba de un crecimiento sano. Nuestra prensa y nuestra clase política entiende por desescalada ‘el levantamiento de medidas de protección ante una situación crítica”, uso este que es recogido por el diccionario digital Termcat[6]:
“El verbo desescalar se documenta sobre todo en textos de política y relaciones internacionales, tanto de tipo especializado como periodístico y de divulgación”
Por el contrario, considero que nuestra desescalada no se ha tomado de la prensa anglosajona ni del inglés común, donde no se traduciría por de-escalate (verbo) o de-escalating (para desescalada), que aunque comparta contenido semántico, aminoración de algo, en inglés se emplea en contextos de crispación física o verbal. Por lo tanto, sería conveniente emplear la expresión aparecida en toda la prensa británica de actualidad, más del gusto académico lifting the lockdown o exit strategy from the lockdown, es decir, ‘levantamiento del confinamiento’, o ‘salida estratégica del confinamiento’.
Pero, también sería interesante hacer un análisis clínico a esta palabra en pleno crecimiento adolescente. Leyendo la prensa española, tengo la impresión de que no les acaba de convencer plenamente. Cuando aparece mencionada, poco después, la acompañan de un sinónimo o de una explicación, lo que me hace pensar que dudan de su poder comunicativo, de que el lector comprenda bien el mensaje. El mismo 11 de abril leíamos en la publicación española de La Vanguardia el titular “Pedro Sánchez prepara hoy el inicio de la desescalada del confinamiento en España”, con un subtítulo explicativo “el lunes se reactiva la actividad laboral”, y a lo largo del artículo encontramos sinónimos como “reactivar la actividad laboral”, el “levantamiento de suspensión obligatoria”, “levantar restricciones”, “desactivación”.
En otros artículos y noticias, es decir, en el mismo contexto, encontramos otras expresiones sinónimas: el plan del desconfinamiento, levantamiento de suspensión obligatoria, vuelta de ocupación de calles y plazas, levantar poco a poco las medidas, levantar restricciones, el plan de vuelta a la normalidad, desactivación del confinamiento, reactivación de la actividad laboral, relajación de las medidas del estado de alarma… E incluso podemos leer noticias donde en ningún momento se nombra este neologismo y, en su lugar, hacen uso de las mencionadas más arriba.
En cualquier caso, sea creación nacional o préstamo, sea reciente o lleve con nosotros décadas, su uso lo legitimará la sociedad que hace uso de ella o la abandonará con el tiempo, pero que, mientras tenga vida, habrá expresado, o habrá pretendido expresar, con claridad y precisión una realidad que interesaba a todos. Es labor lexicográfica atesorar todas las palabras que contengan y retengan la memoria de nuestra historia para ser trasmitida.

Esther Cortés Bueno

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