(Transcribo a continuación la carta de una lectora, interesada también en la historia de las palabras.)
En
Torrecampo, el 15 de abril de 2020
Estimado vecino:
De nuevo me encuentro con otra palabra conflictiva. No pienso por ello
que esta crisis esté provocando una revolución total en el lenguaje, pero
estarás de acuerdo conmigo en que actúa como revulsivo creativo, reafirmando al
mismo tiempo a los académicos en su inmovilismo.
Nunca antes había oído esta palabra derivada de aquella otra, escalada,
que el diccionario en su edición digital define como “acción y efecto de
escalar // aumento rápido y por lo general alarmante de algo, como los precios,
los actos delictivos, los gastos, los armamentos, etc.”. Sin embargo, para mi
sorpresa, desescalada no ha nacido en estos tiempos de crisis coronavírica. Más bien podríamos hablar
de su puesta de largo. La he localizado en varios artículos médicos de
especialidad de hace unos años y, de ahí, tras un silencio documental, en la
prensa más reciente, lo que me lleva a pensar que posiblemente fue la ciencia
médica la que acuñó el término para un uso muy específico, tomada a su vez del
inglés, donde de-escalation significa
‘relajar una situación de crispación alcanzada tras un proceso’, siempre
referido a un conflicto violento físico o verbal. Adopción fácil, teniendo en
cuenta tanto la coincidencia semántica entre “escalar”, “escalate” y “scale”,
como la proximidad fonética, por tratarse en parte de palabras que comparten un
origen común, el latín scala, de
donde derivan todas estas formaciones modernas.
Hay por la red un sesudo artículo[1], publicado
en 2005, que define el término desescalada
terapéutica como “una nueva estrategia diseñada con la finalidad de
optimizar la utilización de antibióticos en pacientes críticos”, que consiste,
si he entendido bien, en ir reduciendo la ingesta de medicación paulatinamente,
avanzando y retrocediendo, de forma que pueda controlarse la reacción,
normalmente traumática, en los órganos corporales. Desescalar, además, forma
parte del léxico recogido por el diccionario digital Termcat[2], del
Centre de Terminología[3], en
el que es considerado término de especialidad descrito como acción de “disminuir progresivamente en intensidad, un conflicto como
consecuencia del restablecimiento de la comunicación entre las partes y la
consiguiente bajada gradual de la confrontación, tras un periodo de bloqueo”[4]
[última actualización a fecha de 12 de septiembre de 2018]. Desescalada aparece
recogido como sustantivo de este verbo.
Así que el término andaba afianzándose en
ámbitos científicos y académicos, creciendo sin complejos. Esto me hace
pensar que a la Academia, que vela por nuestro buen uso de la lengua, no le
había preocupado ese nuevo término en manos de iniciados, o simplemente, desconocía
de su existencia. Sin embargo, la fortaleza con la que desescalada se alza hoy en el mundo de la comunicación ha hecho
reaccionar a nuestros académicos. Ellos no reconocen a esta hija ilegítima,
difamada por ser calco del inglés to
escalate, según leemos en un comunicado del 8 de abril[5].
En su lugar, recomiendan las castizas “reducir, disminuir o rebajar”, aunque no
son sinónimos que puedan reemplazarla al carecer, por una parte, de la
precisión que aporta la nueva palabra: paulatinamente,
por escalas. Por otra, porque en mi opinión, en desescalar / desescalada
subyace la idea de deshacer algo que había sido escalado, expresa un proceso en
descenso posterior a un ascenso previo, en definitiva, contiene una plasticidad
visual inexistente en “disminuir, reducir o rebajar”, pues, reitero, la
desescalada es un proceso que se inicia tras alcanzar la cima (el pico), cuando
se vuelve en busca de un punto de apoyo, en este caso controlado.
Por todo lo anteriormente dicho, creo que el reciente uso de desescalada o de desescalar, aprendido estas últimas semanas en la prensa y en boca
de nuestras autoridades políticas y sanitarias, tiene parentesco con el término
científico-médico, donde disfrutaba de un crecimiento sano. Nuestra prensa y nuestra
clase política entiende por desescalada
‘el levantamiento de medidas de protección ante una situación crítica”, uso este
que es recogido por el diccionario digital Termcat[6]:
“El verbo desescalar se documenta sobre todo en textos de política y
relaciones internacionales, tanto de tipo especializado como periodístico y de
divulgación”
Por el contrario, considero que nuestra desescalada no se ha tomado de la prensa anglosajona ni del inglés
común, donde no se traduciría por de-escalate
(verbo) o de-escalating (para
desescalada), que aunque comparta contenido semántico, aminoración de algo, en
inglés se emplea en contextos de crispación física o verbal. Por lo tanto,
sería conveniente emplear la expresión aparecida en toda la prensa británica de
actualidad, más del gusto académico lifting
the lockdown o exit strategy from the
lockdown, es decir, ‘levantamiento del confinamiento’, o ‘salida
estratégica del confinamiento’.
Pero, también sería interesante hacer un análisis clínico a esta palabra
en pleno crecimiento adolescente. Leyendo la prensa española, tengo la
impresión de que no les acaba de convencer plenamente. Cuando aparece
mencionada, poco después, la acompañan de un sinónimo o de una explicación, lo
que me hace pensar que dudan de su poder comunicativo, de que el lector
comprenda bien el mensaje. El mismo 11 de abril leíamos en la publicación
española de La Vanguardia el titular
“Pedro Sánchez prepara hoy el inicio de la desescalada del confinamiento en
España”, con un subtítulo explicativo “el lunes se reactiva la actividad
laboral”, y a lo largo del artículo encontramos sinónimos como “reactivar la
actividad laboral”, el “levantamiento de suspensión obligatoria”, “levantar
restricciones”, “desactivación”.
En otros artículos y noticias, es decir, en el mismo contexto,
encontramos otras expresiones sinónimas: el
plan del desconfinamiento, levantamiento de suspensión obligatoria, vuelta de
ocupación de calles y plazas, levantar poco a poco las medidas, levantar
restricciones, el plan de vuelta a la normalidad, desactivación del
confinamiento, reactivación de la actividad laboral, relajación de las medidas
del estado de alarma… E incluso podemos leer noticias donde en ningún
momento se nombra este neologismo y, en su lugar, hacen uso de las mencionadas
más arriba.
En cualquier caso, sea creación nacional o préstamo, sea reciente o lleve
con nosotros décadas, su uso lo legitimará la sociedad que hace uso de ella o
la abandonará con el tiempo, pero que, mientras tenga vida, habrá expresado, o
habrá pretendido expresar, con claridad y precisión una realidad que interesaba
a todos. Es labor lexicográfica atesorar todas las palabras que contengan y
retengan la memoria de nuestra historia para ser trasmitida.
Esther Cortés Bueno
[1]https://www.medintensiva.org/es-desescalada-terapeutica-pacientes-criticos-una-articulo-13083169, o en DOI: 10.1016/S0210-5691(05)74278-9
[2] https://www.termcat.cat/es/informacion-corporativa. El Consorcio del
Centro de Terminología TERMCAT es el centro de terminología de la
lengua catalana, creado en 1985 por la Generalidad de Cataluña y el Instituto de Estudios Catalanes.
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